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Vos me ofrecisteis encargaros de todos los preparativos de nuestra instalación en París, y como soy horriblemente indiscreta, acepto. »Quiero, apenas ponga los pies en París, poder gozar de París, y no perder el primer mes en viajes a casa del tapicero, del carruajero y de los caballerizos.

Debo pediros perdon de esta segunda visita; pero dignaos no mirar como una ofensa la indiscreta importunidad de mi celo. iRecibo con gusto contra mi lo que tiene de culpable, y que lo que tenga de bueno pueda ilustrar vuestro espiritu! ique no pueda yo decir vuestro corazon!

Se hallaban allí presentes muchos individuos de los lugares circunvecinos, que habían oído hablar con frecuencia de la letra escarlata, y para quienes ésta se había convertido en algo terrífico por los millares de historias falsas ó exageradas que acerca de ella circulaban, pero que nunca la habían visto con sus propios ojos; los cuales, después de haber agotado toda otra clase de distracciones, se agolpaban en torno de Ester de una manera rudamente indiscreta.

Paseábame días pasados con él, no precisamente porque nos estreche una gran amistad, sino porque no hay más que dos modos de pasear, o solo o acompañado. La conversación de los jóvenes más suele pecar de indiscreta que de reservada: así fue, que a pocas preguntas y respuestas nos hallamos a la altura de lo que se llama en el mundo franqueza, sinónimo casi siempre de imprudencia.

Una pareja de esas que se forman con una mamá aburrida y un acompañante de compromiso, vino a sentarse a nuestro lado y nos consagró una mirada de indiscreta curiosidad. Yo aproveché la ocasión para invitar a Blanca a que abandonásemos el campo al enemigo y ella aceptó.

Francisca... protestó su madre angustiada. No hables así... La risa que se apoderó de todo el mundo acabó de restablecer el perfecto equilibrio de la conversación. Cuando todos se marcharon la abuela me regañó por mi indiscreta curiosidad y por las reflexiones de Francisca. Las faltas son personales hice observar a la abuela.

Hallábase una mañana Amparo en su cuarto vistiéndose para salir a la Fábrica, cuando sintió que una mano indiscreta alzaba el pestillo, y con gran sorpresa encontró delante de a Chinto, de un talante como nunca lo había visto la muchacha, pues traía el sombrerón ladeado sobre la oreja, los carrillos sofocados, el aire resuelto y un cigarro de a cuarto en la boca: preparativos todos que había juzgado indispensables el paisanillo para realizar la proeza de «cantar claro». La muchacha cruzó prestamente su bata que aún tenía sin abrochar, y arrojó al osado una mirada olímpica; pero Chinto venía tal, que ni las ojeadas de un basilisco le hicieran mella.

Enmudeció repentinamente ante Zoraida que vino a sentarse junto a ellas. No sirves para disimular, Camucha. En la cara te adivino que le hablabas de dijo acariciándola. ¡Indiscreta! Le habrás contado mi manía de ser monja. Carmen, muy colorada, no atinó a defenderse. Pero no se lo creas todo, Adriana. Camucha es demasiado novelera. Aquello fue más bien fantasía de chica.

Otras veces, las más, los ojos se clavaban en los ojos y sin que nadie pudiera remediarlo se decían amores, cada vez más elocuentes. Álvaro, de tarde en tarde, miraba de soslayo y con envidia y codicia al interior de la alcoba.... Ana sorprendió alguna de aquellas miradas rápidas y compadeció al enamorado galán, sin tomar a mal su curiosidad indiscreta.

Verdad era que San Vicente estaba convertido en cuartel y dentro de sus muros retumbaba la indiscreta voz de la corneta, profanación constante del sagrado silencio secular; del convento ampuloso y plateresco de las Clarisas había hecho el Estado un edificio para toda clase de oficinas, y en cuanto a San Benito era lóbrega prisión de mal seguros delincuentes.