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No pensó más que en vestirse rápidamente, no sin escoger el más rosado de sus trajes de batista y el sombrero de mañana que mejor le sentaba para ir a reunirse con sus amigas y Huberto Martholl que ya debían estar esperándola en la playa. Era la hora del baño. Siguiendo su costumbre María Teresa pasó directamente a su casilla.

Ya he dicho que el forro de esta casaca es de gros verde y lleva al borde de las vueltas un ruche de cinta igual a la de los volantes... ¿qué tal? ¡Ah!, no olvide usted que para este traje hace falta camiseta de batista bien plegadita, con encaje valenciennes plegado en el cuello... los puños holgaditos, holgaditos; que caigan sobre las muñecas.

Consistía en falda oscura y pañuelo color crema de seda atado a la cintura, como lo gastan las artesanas en mi país, y otro pequeñito de batista anudado a la garganta a guisa de corbata. De joven habría sido una mujer muy linda, aunque sin la gracia que caracterizaba a su hija, con quien guardaba cierto parecido, que más bien debiera llamarse aire de familia. El conjunto no era simpático.

Encendió la lámpara, y saliendo al gabinete se puso a orar humildemente postrada frente a la imagen de Jesús. Como no tenía puesta más que una fina camisa de batista, el frío la traspasó en seguida y empezó a tiritar; pero no quiso dejarse vencer y siguió orando hasta que sus dientes chocaron fuertemente unos contra otros. Sólo entonces se decidió a dejar la postura que había tomado y vestirse.

Mézclese; agítese el frasco, y con un paño de batista se frota suavemente la cara, dejándolo secar. PARA LOS ROSTROS DEMASIADO PÁLIDOS. Cuando el color es demasiado pálido, se disuelve una cucharada de sal en un vaso de agua, se friccionan las mejillas todas las mañanas con esta solución, y se devolverá poco a poco a la cara los colores de la salud, porque se habrá activado la circulación.

Una cosa es atarse en torno del cuello un pañuelo de bolsillo blanco, hecho una torcida, y otra muy distinta formar, con arte y perfección, un espléndido nudo de inmaculada batista, cuyas puntas iguales, almidonadas sin exceso, se dirigen simétricamente a derecha e izquierda.

De pronto se abrió la puerta del despacho y entró Paz, vestida con un traje de batista blanca sembrado de florecitas azules, sujeto a la cintura por una ancha cinta de seda y ligeramente entreabierto el escote, sobre el cual llevaba una crucecita de oro, como guarda colocado a la entrada del Paraíso: la falda, corta según costumbre, mostraba a cada movimiento sus bonitos pies, que aún hacían más perfectos a la vista los zapatos de labor delicada y las medias oscuras, que contrastaban con la blancura del traje.

Ella hace lo que él le dice, y después saca del bolsillo el fino pañuelo de batista que ha llevado al baile. No puede servir de mucho dice Juan, y con mano temblorosa coge su grueso pañuelo. Déjame secarte el pie.

La vistieron con riquísimo traje de batista, la falda blanca y ligera como una nube, toda llena de encajes y rizos que la asemejaban á espuma. Pusiéronle los zapatos, blancos también y apenas ligeramente gastada la suela, señal de haber dado pocos pasos, y después tejieron, con sus admirables cabellos de color castaño obscuro, graciosas trenzas enlazadas con cintas azules.

Los personajes más conspicuos de la corte pasaban por allí pagando su tributo; y hasta don Casimiro Pantojas había hecho una noche sus hilitas, sin más que un ligero percance, hijo de su cortedad de vista: equivocó el trapo con el rico pañuelo de batista de la dama vecina, olvidado encima de la mesa, y púsose muy afanado a sacar hilas de este, haciendo dos pelotones finísimos.