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Señora prosiguió la señorita de Sardonne con el mismo tono de correcta urbanidad ; la circunstancia que usted tuvo a bien prever y desear con respecto a , se presenta hoy. ¡Ah! Y vengo a rogarle que acoja con benevolencia la súplica que... para honor mío, no tardará en presentarle el señor Jacques Fabrice. ¿Te pide en matrimonio Fabrice? , señora.

No, señora manifestó Isidora recobrando en un punto su valor, y usando un lenguaje en que se combinaba hábilmente la energía con la urbanidad . He llevado y llevo ese nombre, que no es el mío. Don Tomas Rufete ha pasado, hasta que murió por padre mío, y por tal le tuve y le quise; pero yo me llamo Isidora de Aransis». La marquesa la interrumpió con un gesto de enojo.

Los guisantes, los rabanitos y las alcachofas se presentan en la plaza todos los días, acompañados de algún espárrago tardío, que pide mil perdones por no haber venido antes. Los pollos nuevos, que hasta ahora no servían más que para guisados, entran, y con mucha urbanidad nos piden que los asemos con setas.

La mayor parte de los comensales eran mercaderes y carruageros, todos de una urbanidad imponderable, que con la mas prudente circunspeccion hiciéron á Cacambo algunas preguntas, y respondiéron á las de este, dexándole muy satisfecho de sus respuestas.

En cuanto á , como la mayor parte de las agudezas que oía aplaudir, se referían á anécdotas locales y á chismografía de aldea, no he podido apreciar hasta aquí sino incompletamente el mérito de este león armórico. Tuve, sin embargo, que congratularme de su urbanidad: me ofreció un cigarro después de comer y me llevó al retrete de fumar.

Circunspecta por carácter y posición, no hablaba nunca más que para responder con breve urbanidad a las preguntas que se le dirigían, y obedecía, si no con paciencia, al menos con calma imperturbable las con frecuencia mortificantes órdenes y tiránicos caprichos de la baronesa: un imperceptible vertical pliegue entre los dos arcos de sus cejas, que se acentuaba algunas veces bruscamente, podía sólo dar testimonio de la secreta repugnancia que le causaba su casi servil situación.

Ambos establecimientos eran, al parecer, de un mismo dueño: el pequeño tenía una puerta a la calle y el grande dos. Es en la tienda de al lado dijo el buñuelero sin urbanidad ; pero se puede entrar por aquí. Pase usted, caballero.... Señá Nazaria, aquí preguntan por usted. Cuando la naranja se vuelva limón.

Era la primera vez después del luto que las dos pobres mujeres se encontraban en un salón elegante de otro modo que como solicitantes y en medio de aquella atmósfera de comodidades en que habían vivido tanto tiempo. La condesa puso en su acogida ese tacto exquisito, esa rara urbanidad que no dan con frecuencia ni el nacimiento ni la fortuna y que ella poseía en alto grado.

10 de julio. He corrido una porción de conventos. Nunca había visto tantas monjas, mujeres amables, en resumidas cuentas, con una dignidad sencilla y una urbanidad púdica que tienen gran encanto. Después de muchas comparaciones y reflexiones, creo que vamos a decidirnos a meterla en la Casa de Sión, que es la que parece más propia para ella.

Azorín calla; todo reposa en el limpio zaguán. El sol entra por uno de los cuarterones de la puerta en ancha cinta refulgente. Pepita mira a Azorín con sus bellos ojos azules. Y Azorín prosigue: Hace un momento, yo hojeaba este libro que Pepita tiene aquí sobre una silla. Es un libro de urbanidad para uso de las jóvenes.