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Rebosa en ellas un prurito particular de hacer comparaciones y evocar imágenes, y las auroras y los crepúsculos, las perlas y los diamantes, los rayos y los relámpagos, menudean sin cesar; ya es un jardín un mar de flores; ya el mar un jardín de espuma; el mar alborotado se compara al Nembrod de los vientos, que acumula montañas y ciudades sobre ciudades, y á una espada desenvainada se llama cometa errante, que atraviesa las esferas del aire.

Era harto sabida en Madrid la leyenda de la semejanza, con todos sus antecedentes, y hubiera sido una profanación inicua someter aquel ángel a nuevas comparaciones y nuevos comentarios del público mordaz. Por eso se creía más obligado a alejarse de ella cuanto mayores eran sus deseos de acercarse.

Todo lo de Alemania, un monumento, una estación de ferrocarril, un simple objeto de comedor, daba lugar á comparaciones gloriosas: «En Francia no tienen ustedes eso.» «Indudablemente, en América no habrán ustedes visto nada semejanteDon Marcelo se marchó, fatigado de tanta protección. Su esposa y su hija se habían resistido á aceptar que la elegancia de Berlín fuese superior á la de París.

Nunca es bastante la semejanza de accidentes en dos grandes sucesos para hacer valederas y legítimas las comparaciones. Atrevámonos, con todo, a comparar, a pesar de lo inseguro.

Y no se hubiese sentido más feliz aunque sus tableros hubieran sido pintados por Rafael o esculpidos por Miguel Ángel. A él no se le ocurría que la realidad como siempre ¡ay! no se parecía al ensueño; no se empeñaba en hacer comparaciones y disfrutaba de su felicidad sin preocupación alguna. Yo he hecho el plano, hijita, y por cierto que he tenido una espléndida idea.

Luego, por un deseo irresistible de establecer comparaciones, comenzaba á admirar con ojos disimulados la belleza especial de esta joven que parecía un muchacho con faldas, sintiendo al mismo tiempo en su paladar el sabor ácido y picante de un fruto todavía verde. Tuvo que abstenerse de sacar á bailar á la maestrita cuando se celebraban fiestas en la Comandancia.

El pobre obrero Hindbad, las espaldas cargadas de leña, oye desde la calle la música y algazara que hay en el palacio del rico viajero Sindbad, y haciendo comparaciones asáltale el demonio de la envidia; pero Sindbad le cuenta cuánto ha sufrido para obtener aquel oro que tanto le deslumbra. Hindbad queda asustado de la narración.

Podía «la tía de Berlín» cantar toda clase de grandezas de la tierra de su marido. «¡Macanas! exclamaba Julio, que había hecho serias comparaciones geográficas y étnicas en sus noches de correría . No hay más que ParísChichí saludaba con una mueca irónica la menor duda acerca de esto: «¿Es que las modas elegantes las inventan acaso en AlemaniaDoña Luisa apoyó á sus hijos. ¡París!... Jamás se le había ocurrido ir á una tierra de luteranos para verse protegida por su hermana.

Culpábase a solas de su desatino, llamábase mal amigo y aun mal cristiano; hacía discursos y comparaciones entre él y Anselmo, y todos paraban en decir que más había sido la locura y confianza de Anselmo que su poca fidelidad, y que si así tuviera disculpa para con Dios como para con los hombres de lo que pensaba hacer, que no temiera pena por su culpa.

Inmediatamente el paisano se puso a disertar sobre el tiempo y a hacer comparaciones geográficas entre España y Guatemala, y dando un salto después llegó hasta Méjico y habló de los gauchos y de las vacas salvajes y de las diligencias donde los viajeros iban pertrechados de todas armas y de los asaltos de los bandidos, etc.