United States or Israel ? Vote for the TOP Country of the Week !


Me ofende, señorita, que acoja Vd. de este modo el paso que doy, encaminado solamente a dejar a salvo mi conciencia, procurando a Vd. un amargo, pero saludable desengaño; porque ya he dicho que mi madre y yo nos resistimos a que nunca pueda usted imaginar que contribuimos a que Pepe busque tan indebido modo de hacer fortuna... Respecto a las relaciones de mi hermano con esa desdichada joven, estoy seguro de que son ciertas.

Señora prosiguió la señorita de Sardonne con el mismo tono de correcta urbanidad ; la circunstancia que usted tuvo a bien prever y desear con respecto a , se presenta hoy. ¡Ah! Y vengo a rogarle que acoja con benevolencia la súplica que... para honor mío, no tardará en presentarle el señor Jacques Fabrice. ¿Te pide en matrimonio Fabrice? , señora.

Acoja V. con benignidad estas obrillas ligeras, sobre las cuales nada más se me ocurre que decir, pues las escribí sin intención de enseñar y sólo con el fin de pasar el tiempo y de ver si lograba divertirme yo y divertir también a quien me leyese. Lo primero lo he conseguido. ¿Por qué no confesarlo? Como me quiero bien, me río a mismo las gracias.

En el terreno moral ... Si conmigo es honrada y sin podría no serlo, ¿cómo quiere usted que yo le diga, anda y vete a los demonios? ¿No es más natural y humano que la acoja y la salve? Pues qué, las obras grandes y ¿cómo diré?... cristianas, ¿se han de mirar por el lado del egoísmo?

¿Yo recado de nadie, señor mío? -respondió la dueña-. Mal me conoce vuestra merced; , que aún no estoy en edad tan prolongada que me acoja a semejantes niñerías, pues, Dios loado, mi alma me tengo en las carnes, y todos mis dientes y muelas en la boca, amén de unos pocos que me han usurpado unos catarros, que en esta tierra de Aragón son tan ordinarios.

¡Dios acoja su alma! Y ahora, á defendernos y sobretodo á defender á una dama que necesita de todo nuestro esfuerzo. Aquí llega quien quizás pueda servirnos de guía por estos corredores y aun conducirnos fuera de la fortaleza. En la cual no tardaremos en morir asados si no la dejamos pronto, agregó Duguesclín.

»Cuando entres en este cuarto no podré desearte la bienvenida: estaré enferma y quizá hasta mis labios se habrán cerrado para siempre. Todo lo encontrarás como tenías la costumbre de verlo en casa; todo esto estaba preparado para ti, y te esperaba desde hace mucho tiempo. Que sea el dolor o el gozo lo que te acoja en el umbral de esta casa, descansa en paz y duérmete con el sentimiento de estar en tu casa. Esfuérzate en amar a Roberto, como él mismo te amará. Entonces todo irá bien todavía, ya sea que Dios me deje con vosotros o que me llame a

No hay señora principal ni semi-principal que no acoja bien a la más modesta provinciana, que conoció en el campo o en algunos baños o en alguna ciudad de provincia, y que no la llame prima y la trate como a pariente, si por acaso lo es. «En Madrid pensaba el Conde falta ahora mucha gente por el verano, pero Madrid no se ha quedado desierto.