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Todas las niñas que en Sarrió hay la bienvenida le van a dar. Y desde entonces, como si aquélla fuese la señal, no cesaron de requebrar en sus cánticos al magnate. El cual, dirigiendo el monocle unas veces a la derecha, otras a la izquierda, y sacudiendo la cabeza con benévola sonrisa, repetía por lo bajo: ¡Precioso, precioso! ¡Un tapiz de Teniers! ¡Un paisaje de Lorrain!

Dirigí una mirada medrosa al vasto patio que el crepúsculo comenzaba a envolver con un velo azulado. Al menor ruido me estremecía, me figuraba oír que la voz poderosa de Roberto me deseaba la bienvenida. El patio estaba desierto, era la hora del descanso y en él reinaba un silencio profundo. Sólo oía, por el lado de las caballerizas, el crujido particular que se hace al aguzar una guadaña.

Allí me esperaba la dueña de la casa en su ataúd clavado y entre cuatro cirios. Cerca de ella había una religiosa pasando las cuentas de un rosario. La religiosa me entregó una rama de boj mojada en agua bendita, y yo sacudí gravemente unas cuantas gotas, en señal de bienvenida, sobre el ataúd forrado de lana blanca.

No hay en todo el condado quien pueda pretender nobleza cual la mía. Excepto yo, repuso Roger, que soy también descendiente directo de Godofredo de Clinton y de todos los señores que ha tenido Munster en los últimos tres siglos. Aquí está mi mano, continuó sonriendo; no dudo que ahora me daréis la bienvenida. Somos las dos únicas ramas que quedan del noble y antiguo tronco sajón.

Si desea conocerle no es por la curiosidad que inspira al vulgo la grandeza material, sino porque sabe que usted ha sido en su patria un hombre de Universidad, un poeta, y considera deber de compañerismo darle la bienvenida á su llegada á este gran país gobernado por el más inteligente de los sexos.

Hallamos pocos transeuntes en nuestro tortuoso camino, y cuando llegamos a las murallas se oía todavía el tañido de las campanas que daban la bienvenida al Rey. Eran las seis y media y no había obscurecido aún. Mano al revólver me dijo Sarto al acercarnos a una puerta. Si el guarda se da por entendido hay que cerrarle la boca para siempre. Empuñé mi arma.

-Aún la cola falta por desollar -dijo Sancho-. Lo de hasta aquí son tortas y pan pintado; mas si vuestra merced quiere saber todo lo que hay acerca de las caloñas que le ponen, yo le traeré aquí luego al momento quien se las diga todas, sin que les falte una meaja; que anoche llegó el hijo de Bartolomé Carrasco, que viene de estudiar de Salamanca, hecho bachiller, y, yéndole yo a dar la bienvenida, me dijo que andaba ya en libros la historia de vuestra merced, con nombre del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha; y dice que me mientan a en ella con mi mesmo nombre de Sancho Panza, y a la señora Dulcinea del Toboso, con otras cosas que pasamos nosotros a solas, que me hice cruces de espantado cómo las pudo saber el historiador que las escribió.

El arquero Tristán es de este pueblo de Horla y la mujer es su madre, que le da la bienvenida á su manera. ¡Yo te enseñaré, holgazán, perdido, gandul! gritaba la vieja esgrimiendo la vara. Poco á poco, madre, decía Tristán, que ya no ando de vago sino que soy arquero del rey y voy á las guerras de Francia. ¿Con que á Francia, bribón?

Su extenuación física parece haber devuelto a su ánimo el antiguo candor infantil; y, cuando se informa con ansiedad de sus zapatos de baile, evidentemente vuelve a ser en todo la criatura virginal que en otro tiempo tendía la mano a Juan con una cordialidad sencilla, para darle la bienvenida.

Sólo van publicados tres tomos, pero yo, que si bien poco entendido en asuntos filosóficos, gusto de ellos muchísimo, no he querido retardar mi bienvenida a la mencionada biblioteca, deseándole el mejor éxito posible con nuestro público de España.