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Por cierto, y está muy deseosa de conocerte. Dirigiome mi tío algunas preguntas acerca de mi tía, y de mi vida en el Zarzal; luego tomó un diario y no abrió la boca hasta llegar a V *. Subimos entonces en un landó tirado por dos caballos, que debía conducirnos al Pavol.

Al fin llegamos a la Guayra, después de seis horas de coche realmente agobiadoras, por las continuas ascensiones y descensos, como por el deplorable estado del camino. Apenas divisamos la rada, tendimos, ávidos, la mirada, buscando en ella el vapor francés que debía conducirnos a Sabanilla y que era esperado el referido día 13.

Al tomar el tren que debia conducirnos por el ferrocarril que gira de Berna á Thun, atraidos por el interes del Oberland y sus lagos, fuímos agradablemente sorprendidos por un sistema de wagones ó carruajes que no conocíamos aún, y que mas tarde hallamos adoptado en otros cantones suizos, así como en Wurtemberg y otros Estados alemanes.

Esta representacion es imperfecta, es enigmática, pero es una verdadera representacion: en sus pequeñas dimensiones, agrandadas infinitamente, podemos contemplar lo infinito; en sus endebles resplandores, se nos refleja el resplandor infinito. La leve centella que salta del pedernal puede conducirnos á la imaginacion del océano de fuego que descubren los astrónomos en el astro del dia.

En el puerto del Aar, situado en el centro de la villa, tomamos el vapor que debia conducirnos por el lago de Thun hasta el pintoresco istmo interlacustre donde demoran Unterseen é Interlaken. Despues de algunos minutos de navegacion remontando el rio, por en medio de primorosas quintas y hoteles que orillan y dominan las dos márgenes, penetramos al lago.

Mauricio soltó su presa y dijo en un tono que no admitía réplica: Nos vamos mi mujer y yo. Usted va á conducirnos hasta el extremo del parque; allí quedará libre y no tendremos nada que temer de usted ni de los suyos. Vaya usted delante y al menor intento de despertar la alarma, no le dejo hueso sano.

Todo eso que usted ve no es bello me dijo Agustín. Pero, ¿qué quiere usted? No hay que considerar esto como una residencia de placer, sino como un lugar de espera. Regresamos por la noche. Las necesidades de su puesto le reclamaban. Menester fue que ganásemos a pie el lugar en donde se detenía el carruaje público que debía conducirnos a París.

Por fin, el día 7, dimos todos fondo en aquel puerto, donde al desembarcar nos salió á recibir el Gobernador, la nobleza y el pueblo en gran multitud, que quisieron en todo caso, por más que nosotros lo rehusamos, conducirnos hasta el colegio, donde tuvimos la triste nueva del fallecimiento de aquel buen Padre.

Cuando el entendimiento va por el camino de la verdad y del bien, los sentimientos nobles y puros contribuyen á darle fuerza y brio; pero los sentimientos ignobles, ó depravados, pueden extraviar al entendimiento mas recto. Hasta los sentimientos buenos, si se exaltan en demasía, son capaces de conducirnos á errores deplorables. Deberes de la oratoria, de la poesía, y de las bellas artes.

Las autoridades locales de Villeta, con algunos amables vecinos que se habían unido, salieron a recibirnos y a conducirnos al hotel. ¡Al hotel! Un bogotano se pone pálido al oír mencionar el hotel de Villeta: ¡qué haríamos nosotros cuando contemplamos la realidad! Felizmente para , se me avisó que un amigo me había hecho preparar alojamiento en una casa particular.