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A aquella hora la iglesia estaba casi siempre como hechizada de quietud y de silencio. El solo rumor de un escaño que removía el sacristán, provocaba un eco prolongado y enorme. Una sombra terrosa y centenaria dormía al pie de los altares, entre las columnas, sobre las lápidas.

La fe que llenaba su alma, aquella pasión nacida en la inocencia y que se desarrolló en una noche como árbol milagroso que surge de la tierra cargado de fruto, le removía y le transfiguraba. Hasta la maldita timidez quedaba reducida a un fenómeno puramente externo.

Una música suave, ligera, como la vibración de un vaso de cristal frágil y delgado, se esparció por la terraza. Freya siguió su ritmo con un leve movimiento de cabeza. Conocía esta música dulzona, la Serenata de Toselli, lamento de pasión que removía el alma de las viajeras en los halls de los grandes hoteles.

A Cirilo se le apretó el corazón. Aquella alegría de su pobre esposa, ciega en lo mejor de la vida, le removía las entrañas como si quisieran arrancárselas. No pudo contestar; hubo una larga pausa. De repente Visita aproximó su rostro al suyo y le besó en los ojos. ¡Ya sabía que estabas llorando...! No llores, tonto... ¡Si soy feliz, enteramente feliz! ¿Qué importa que no pueda ver esas montañas?

El señor Domet respondió a todo alegremente, rápidamente, con ese buen humor de las personas de edad que es el fruto de una vida tranquila. Pero no estaba completamente tranquilo y se removía en su sillón como un pescado en la sartén.

La cabeza de Quilito echaba chispas, como la hoguera que removía el filósofo. ¡Ah, desventurado! decía la voz interior, ¿y todavía alientas, después de lo que has oído? ¿por qué no empuñas el revólver y te arrancas de una vez la miserable vida, que a pesar de todo pareces empeñado en conservar? ¿no comprendes que ya para ti no hay remisión?

Se removía en su asiento, se alzaba de él, se apoyaba sobre la mesa hasta casi tenderse, balanceaba la cabeza, sonreía y, cuando el presidente le dirigía por casualidad una mirada, avanzaba todo el cuerpo en dirección al magistrado. Era evidente que sabía algo y ardía en deseos de decírselo al tribunal.

Al abrir otra vez sus ojos, un rayo de sol deslizándose por el ventanuco trazaba un cuadrilátero de oro en la pared, dando un regio esplendor á las telarañas colgantes. Alguien removía la barricada de la puerta. Una voz de mujer, tímida y angustiada, le llamó repetidas veces. Señor, ¿está usted ahí?

Mientras Hullin se enteraba del desastre de nuestros ejércitos y mientras se dirigía lentamente, cabizbajo y preocupado, hacia la aldea de Charmes, todo seguía su marcha acostumbrada en la granja de «El Encinar». Nadie pensaba ya en el extraño relato de Yégof, nadie se cuidaba de la guerra; el viejo Duchêne llevaba los bueyes al abrevadero; el pastor Robin removía la cama del ganado, y Anita y Juana desnataban las ollas de leche cuajada.

Ya había sufrido bastante. ¿Iba a mejorarse ella porque le viese?... Cuando salió la abuela quiso enseñarle el niño, que su amiga, más joven y fuerte, llevaba en brazos. Míralo, Isidro gemía la vieja llorando de alegría . Es un querubín: ¡qué rico!... Es hijo tuyo, ¡tu retrato!... Maltrana miró esta carne palpitante apenas contorneada que se removía en el fondo de un mantón.