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Ella sabía que madama de Hermany adoraba estas grandes escenas dramáticas de la Naturaleza, y creyéndola aún levantada, pues se había dicho que ella también escribiría hasta tarde, bajó al piso inferior y llamó suavemente a la puerta.

Concedía a la duquesa tanta libertad para lo pequeño como se reservaba él para lo grande. Continuaba siendo aquel hombre cortés, solícito y tierno que su pobre mujer adoraba hasta en sus faltas. El se informaba de su salud con una atención casi filial.

«¡Y yo decía , yo que la adoraba como se adora a un ser ideal; que la honraba como se honra a la virtud; que la respetaba como debe respetarse a la mujer de un amigo!... ¡Y yo, que enteramente absorto en ella, me alejaba de la noble mujer, que fue mi primero, mi único amor!... ¡La casta, la pura madre de mis hijos! ¡Mi Leonor, que todo lo ha sobrellevado en silencio y sin quejarse

Yo adoraba a Alejandro; tenía por él una profunda admiración; era el único en la casa que le hacía frente a la tigra, como él llamaba a mi tía.

Y a pesar de esto, su madre le quería entrañablemente, y Benina le adoraba, porque no había otro con más arte y más refinado histrionismo para fingir el arrepentimiento.

Cura de Longueval, , toda su vida no había sido otra cosa, nunca había soñado ni querido más que eso. Tres o cuatro veces le propusieron grandes curatos de cantón, con buena renta y uno o dos tenientes. Siempre había rehusado. El adoraba su pequeña iglesia, su pequeña aldea, su microscópico presbiterio.

Volvía de esta expedición completamente modernizada; tan rabiosamente inoculada en lo que se ha dado en llamar buen tono extranjero, que se había hecho insoportablemente ridícula. Su ocupación incesante era leer; pero novelas casi todas francesas. Profesaba hacia la moda una especie de culto; adoraba la música y despreciaba todo lo que era español.

Si era absolutamente preciso resignarse a un buen matrimonio, y no veía otra salida, ¿por qué no ella mejor que una pécora cualquiera que hiciese sonar demasiado su dinero y que, al menos, le tratase de igual a igual siendo su señor y dueño? Blanca, la pobre, se estimaría muy feliz siendo su humilde servidora. Porque no había duda, ya le adoraba como hermano. ¿Qué iba a ser ahora?...

Un día, muy tímidamente, porque adoraba a su mujer, se atrevió a quejarse a Miguel. Quedó éste pensativo unos momentos y le dijo: No te pese de la manera de ser de tu esposa. Carlota es un espíritu sensato, lúcido, equilibrado. No tiene la imaginación propensa a los sueños, ni facultades para introducirse en el mundo del arte y la poesía. ¡Qué importa! La poesía es ella misma.

Fuera de esto débese el Pueblo Hebreo mirar con dos respetos, ó como una Nacion particular gobernada por sus propias Leyes, ó como un Pueblo en quien estaba depositada la verdadera, Religion. como que era el que conocia y adoraba á un solo Dios.