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, yo, yo he sido le dijo Fortunata desde el rincón donde la tenían acorralada . Mejor cuenta le tendría a usted, so bruja, no ser tapadera de las tunanterías de su niña... Doña Casta, acudiendo a su hija, no se hacía cargo de las flores que la otra le echaba.

Harto lo comprenderá el señor Clarence King, coincidiendo con mi parecer; pero por cierta púdica delicadeza no deja ver el fondo de su pensamiento. El fondo de su pensamiento es que Cuba llegue á ser una estrella más en la bandera de su patria. Adiós entonces idioma, casta, sangre y linaje españoles en la Isla. En ella, al cabo de veinte ó treinta años ó de menos, no se hablaría más que inglés.

Como había visto muchas tierras y estudiado muchos libros, sabía un poco de todo cuanto había que saber, y daba remedios, y aun los vendía, al «desbarate», por supuesto, para toda casta de enfermedades... y de contratiempos, porque, en su opinión, nada existía verdaderamente incurable, sabiendo buscar a las cosas su motivo, como lo sabía él, por haber estudiado muchos libros y haber corrido muchas tierras.

Se la atribuían hasta perfidias de tan mala casta, que rayaban en crueldades. Serían o no serían ciertas: la marquesa cree que , porque tuvo grandes y especiales motivos para no dudarlo.

Cada cual se comía una yema de chocolate, y después tomaron otra de coco. Lejos del oído impertinente de doña Lupe y doña Casta, Aurora se secreteó con Fortunata: «Se han ido todos esta tarde... El primo Manolo va también con ellos». v Aquí cuadra bien decir que Fortunata y la viuda de Fenelón se habían hecho muy amigas.

Chiquilla bonita exclamó este, estrechándola de un modo delirante contra su pecho ¡te quiero con toda mi alma! La Nela no dijo nada. En su corazón lleno de casta ternura, se desbordaban los sentimientos más hermosos. El joven, palpitante y conturbado, la abrazó más fuerte diciéndole al oído: Te quiero más que a mi vida. Ángel de Dios, quiéreme o me muero.

Ella consagra, como las aristocracias, la distinción de calidad; pero las resuelve a favor de las calidades realmente superiores las de la virtud, el carácter, el espíritu , y sin pretender inmovilizarlas en clases constituídas aparte de las otras, que mantengan a su favor el privilegio execrable de la casta, renueva sin cesar su aristocracia dirigente en las fuentes vivas del pueblo y la hace aceptar por la justicia y el amor.

La ejemplar conducta de Beatriz en la situación penosa y delicada que la desventura le había aparejado, tocaron el corazón del marqués en su más noble sitio, porque esta joven probada y purificada por la adversa suerte, esta joven seria, bella, casta, realizaba el ideal que él se había forjado de la mujer para llenar su hogar, para ser honor y encanto de su privado techo.

Mira que no hay joya en el mundo que tanto valga como la mujer casta y honrada, y que todo el honor de las mujeres consiste en la opinión buena que dellas se tiene; y, pues la de tu esposa es tal que llega al estremo de bondad que sabes, ¿para qué quieres poner esta verdad en duda?

¿Acaso nacido de lo que acabamos de tratar? Precisamente de ello..., pero de su casta es. Pues venga el reparo. Si el matrimonio es la mortaja del amor, como has venido a decirme en substancia, y han dicho antes que muchos calaveras que se han casado en seguida, ¿por qué te casas en la forma que lo haces?