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Actualizado: 12 de julio de 2025
Mientras Moisés en la cumbre del Sinaí conversaba con Dios, la baja plebe en la llanura adoraba rebelde el becerro. A pesar de mis pocos años, no teme mi espíritu rebeldías semejantes. Bien pudiera conversar con Dios con plena seguridad, si el enemigo no viniese a pelear contra mí en el mismo santuario. La imagen de Pepita se me presenta en el alma.
El Capellanet también adoraba a aquel señorón de Mallorca desde que le vio reír al enterarse de que pensaban hacerlo cura. Pep y su mujer le seguían como perros obedientes y sumisos. Varias tardes hablaron Pablo y el enfermo de los sucesos pasados. El capitán era hombre rápido en sus decisiones. Ya sabes que no me canso cuando se trata de un amigo. Al desembarcar en Ibiza vi al juez.
La adoraba, y refería a ella todos sus actos, sus pensamientos, sus esfuerzos, sus ambiciones, sus sueños, sus éxitos escolares, su gloria militar, sus primeros premios y sus primeros galones. Al día siguiente de haber sido citado en la orden del día, escribió a Liette: «Estaba tan orgulloso que oía latir «tu» corazón.»
¡Constanza monja! ¿Qué decís? ¿Tan terrible efecto le ha causado la pérdida de su padre? De su padre y del gallardo mancebo de rubios cabellos á quien adoraba. La muerte de este último es la que en verdad abre para ella las puertas del claustro.... ¡Á escape, Tristán! ¡Á Romsey! gritó Roger espoleando á su caballo, que partió como una flecha.
En unos cuantos años de fatigosa peregrinación por las carreteras de la provincia, comiendo mal, durmiendo al raso y sufriendo el tormento de pasar meses enteros lejos de la familia, á la que adoraba con el afecto reconcentrado de hombre rudo y silencioso, Batiste sólo experimentó pérdidas y vió su situación cada vez más comprometida.
Pero el más pequeño, Pascualet, un chiquillo regordete y panzudo, que sólo tenía cinco años, y á quien adoraba la madre por su dulzura y su mansedumbre, prometiéndose hacerlo capellán, lloraba apenas veía á sus hermanos enzarzados en terrible pelea con los otros condiscípulos.
No quedó empleo menudo de los que ponen en contacto a la ley con el pobre que él no monopolizase, y de este modo, vendiendo la justicia como favor y valiéndose de la arbitrariedad o la astucia para dominar al rebelde, fue haciendo camino y apropiándose pedazos de aquel suelo riquísimo que adoraba con ansias de avaro.
Al sentir intranquila su conciencia, adoraba a Teri mucho más que cuando podía contemplarla sin miedo frente a frente. «La quiero pensó como no la he querido nunca. La traición y la necesidad de hacerse perdonar dan un interés nuevo al amor. Son como salsas picantes que renuevan el gusto de un plato conocido...» ¡Ah, pobre Teri engañada, que tal vez no se enteraría nunca de estas infidelidades!
Nuestros ojos sonreían, cambiando largas miradas impregnadas de pasión; nuestros labios murmuraban frases de amor; nuestras manos se buscaban en la oscuridad y se oprimían, tan pronto viva como débilmente. Gloria me preguntaba aún muy bajito si la perdonaba. Yo respondía que sí y que la adoraba.
Sin hablarse una palabra parece que se establecía la confianza entre ellos. Clementina no trató de analizar el sentimiento que le inspiraba el joven Alcázar. Era poco aficionada a mirarse por dentro. Creía vagamente que hacía una obra de caridad mostrándose cortés con él. "¡Pobre muchacho! se decía . ¡Cómo adoraba a su madre! Y ella ¡qué feliz debió de haber sido con un hijo tan bueno y cariñoso!"
Palabra del Dia
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