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De la mejor de estas novelas, Cristianos y moriscos, dice Cánovas del Castillo en su obra El Solitario y su tiempo: "Si alguien quiere conocer lo que a la raíz de la conquista de Granada era un pueblo de la serranía de Ronda, de la Ajarquia de Málaga o de la Alpujarra, y por qué manera se pensaba en él y se vivía, no tiene más que recorrer las páginas de aquel librillo delicioso.

A poco andar tropezó con una ronda; mas reconociéndolo el capitán lo dejó seguir tranquilamente, murmurando: ¡Vamos, ya pareció aquello! También su excelencia anda en galanteo, y por eso no quiere que los demás tengan un arreglillo y se diviertan. Está visto que el oficio de virrey tiene más gangas que el testamento del moqueguano. Esta frase pide a gritos explicación.

Acá ronda distraído, por una acera, un par de guardias civiles ó gendarmas de estrambótico uniforme, que hacen recordar el carnaval; ó se detienen, con la conciencia de su inutilidad, a departir con algún barbero desocupado que espera á sus parroquianos en la puerta del taller, armado de su amenazante navaja.

MÁXIMO. , hija mía. Todo lo que determinas, está muy bien. ELECTRA. ¡ mira lo que dices...! MÁXIMO. lo que digo. ELECTRA. Que está bien todo lo que yo determino. Todo, todo... ELECTRA. Que conste... Ea, voy y vuelvo volando. MÁXIMO, el OPERARIO. MÁXIMO. ¿Qué hay? OPERARIO. Señor, hoy ha vuelto ese caballero... el señor Marqués de Ronda. MÁXIMO. ¿Y cómo no ha pasado?

Anoche el Marqués de Ronda, en la tertulia de su casa, delante de Virginia, su santa esposa, y de otras personas de grandísimo respeto, no cesaba de encomiar las gracias de Electra en términos harto mundanos, repugnantes. EVARISTA. Tengamos paciencia, amigo mío... PANTOJA. Paciencia... , paciencia; virtud que vale muy poco si no se avalora con la resolución.

No acababa de decir esto cuando Martín dió una patada al farol que llevaba el viejo, y después de un empujón echó al anciano respetable a la cuneta de la carretera. Bautista arrancó el fusil a otro de la ronda, y el demandadero se vió acometido por dos hombres a la vez. ¡Pero si yo no soy de estos. Yo soy carlista gritó el demandadero.

Por el contrario, quiero que hagáis el proceso de manera que no pueda, ni aun por barruntos, sospecharse quién es el homicida. Lo haré, señor. Pues id al momento, no con el difunto una ronda. A tal hora y lloviendo, juraría que no hay un alcalde fuera de su lecho, ni más alguaciles de pie que los que yo traigo.

Los robos, asesinatos y otros escándalos nocturnos se multiplicaban y para remediarlos juzgó oportuno su excelencia promulgar bandos, previniendo que sería aposentado en la cárcel todo el que después de las diez de la noche fuese encontrado en la calle por las comisiones de ronda.

De igual suerte que cuando el maestro duerme los chicos arman bulla y algazara, así al quedar en reposo la voluntad de don Juan, se le avivaron los deseos, excitáronsele los recuerdos, y las imágenes creadas por la fantasía, unas brillantes, otras pálidas, pero todas de intensa realidad para su mente, comenzaron a desfilar en ronda interminable.

Volvieron a oirse los pasos de los que le perseguían. No se van pensó. Efectivamente, no sólo no se fueron, sino que llamaron en la casa con dos aldabonazos. Apareció de nuevo la vieja con un farol y se puso al habla con los de fuera sin abrir. ¿Ha entrado aquí algún hombre? preguntó uno de los perseguidores. No. ¿Quiere usted verlo bien? Somos de la ronda. Aquí no hay nadie.