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Verdad es que este tirano Ha procurado vencerme; Yo he sabido defenderme Con un valor más que humano; Y puedes estar ufano De que he de perder la vida Primero que este homicida Llegue a triunfar de mi honor, Aunque con tanto rigor Aquí me tiene escondida. NU
13 El Dios de Abraham, y de Isaac, y de Jacob, el Dios de nuestros padres ha glorificado a su Hijo Jesús, al cual vosotros entregasteis, y negasteis delante de Pilato, juzgando él que había de ser suelto. 14 Mas vosotros al Santo y al Justo negasteis, y pedisteis que se os diese un hombre homicida;
Creo que fue el día de la Concepción cuando Rubín salió de su cuarto con un cuchillo en la mano detrás de Papitos, diciendo que la había de matar. El susto de la tía y de Fortunata fue muy grande, y les costó trabajo quitarle el arma homicida, que era un cuchillo de la mesa, con el cual no era fácil quitar la vida a nadie.
Ramiro, a su vez, desplegaba una esgrima aparatosa y soldadesca, con molinetes fantásticos, y su boca, entreabierta por el ansia homicida, dejaba rebrillar la dentadura.
No llevarán Romanos la victoria De la fuerte Numancia, ni ella menos Tendrá del enemigo triunfo ó gloria, Amigos y enemigos, siendo buenos, No entiendas que de paz havrá memoria, Que rabia alverga en sus contrarios senos: El amigo cuchillo el homicida De Numancia será, y será su vida,
Admiró la belleza de esta aparición: un escalofrío estremeció su dorso; surgieron en su memoria las pasadas voluptuosidades... Y al mismo tiempo, el otro Ferragut que existía dentro de él se crispó con la violencia homicida del levantino, que sólo admite la muerte como venganza. Ella era la culpable de todo. «¡Ah... tal!»
Pero un muchacho, sacando medio cuerpo fuera de la valla, respondió desde abajo, alzando los puños: ¡No! ¡No! ¡Al fuego y a cenar con el Demonio! Entonces nueva explosión de odio santo y homicida estalló en todas las gargantas: ¡Al fuego! ¡al fuego! Y los condenados comenzaron a desfilar entre un clamor sibilante y bravío comparable a la crepitación de un incendio.
Algunos árabes de bronceada y nerviosa delgadez permanecían silenciosos, pero avanzaban el cuello lo mismo que los caballos de carreras, brillando sus ojos de brasa con un fulgor homicida, mostrando sus dientes ansiosos de morder.
Si ya la Hambre, nuestra amiga fida, No tuviera tomado con instancia A su cargo, de ser fiera homicida De todos quantos viven en Numancia, Fuera de mí tu voluntad cumplida, De modo que se viera la ganancia Facil y rica que el Romano huviera, Harto mejor de aquella que se espera.
Por el contrario, quiero que hagáis el proceso de manera que no pueda, ni aun por barruntos, sospecharse quién es el homicida. Lo haré, señor. Pues id al momento, no dé con el difunto una ronda. A tal hora y lloviendo, juraría que no hay un alcalde fuera de su lecho, ni más alguaciles de pie que los que yo traigo.
Palabra del Dia
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