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Desde entonces los placeres mundanos de los recién casados sufrieron merma considerable, quedaron reducidos casi exclusivamente a los paseos vespertinos y nocturnos. Adiós teatros, adiós regalos y caprichos. Doña Carolina se apoderaba de la paga íntegra, y a duras penas soltaba de ella una parte insignificante.

Anoche el Marqués de Ronda, en la tertulia de su casa, delante de Virginia, su santa esposa, y de otras personas de grandísimo respeto, no cesaba de encomiar las gracias de Electra en términos harto mundanos, repugnantes. EVARISTA. Tengamos paciencia, amigo mío... PANTOJA. Paciencia... , paciencia; virtud que vale muy poco si no se avalora con la resolución.

Al aparecer el intruso, todas las miradas refluyen hacia él, y por cada uno de aquellos semblantes burlones y mundanos de «gente de teatro», pasa el mismo pensamiento, la misma expresión de sorpresa irónica: «¡Un autor novelSiente el mozo en las mejillas el choque, casi hostil, de tantos ojos curiosos, mas no se desconcierta, y confiado, sereno, con esa serenidad risueña que distingue á los fuertes de voluntad, avanza hacia el grupo: ¿El señor X...?

Escribid otra, mi amada hija, pero que sea tal, que ni en asuntos mundanos se entremeta, ni haga daño á nadie. Recibid mi bendición El inquisidor generalSintió la madre Misericordia al leer esta carta primero un acceso de cólera, luego un escalofrío de miedo.

¡Con tal que no se le ocurra bailar! pensó. En esto su temor era vano. Juan conocía tan bien lo que le faltaba para figurar en sociedad, que se había convertido casi en un salvaje. En un principio se había irritado contra mismo. Aislado y solitario después, se desahogaba juzgando fríamente la vaciedad y frivolidad de las palabras y actos mundanos.

Contra los ensueños mundanos comprendo que venciesen en su alma de usted las imágenes devotas; pero temo que las imágenes devotas no habían de vencer a las mundanas realidades. Pues no lo tema Vd., señora replicó don Luis . Mi fantasía es más eficaz en lo que crea que todo el universo, menos Vd., en lo que por los sentidos transmite. Y ¿por qué menos yo?

Había sonsonete de rezos y rumor de cuchicheos mundanos, los cuales, unidos al rodar de coches de lujo en la calle, no permitían oír con claridad el sermón. ¿Pero qué le importaba a Isidora el sermón, aunque saliera de labios elocuentes?

Dejó la visita a Pilar más impaciente, más calenturienta, más excitada que nunca. Pilar se consumía; a toda costa quería salir de Vichy, volar, romper el opaco capullo de la enfermedad y presentarse de nuevo, brillante mariposa, en los círculos mundanos. Creía de buena fe poder hacerlo y contaba con sus fuerzas. No menos que ella se impacientaban otras dos personas: Miranda y Perico.

Se pasaba horas y horas en el confesionario. Desde el convento bermejino tenía con frecuencia que ir al convento de la ciudad cercana, donde tenía no pocas hijas de confesión entre el señorío. Era además hombre de consejo y tino en los negocios mundanos, y acudían todos á consultarle cuando se hallaban en tribulación, apuro ó dificultad.

La única ventaja que les sacas es que tienes mejor entendimiento que ellos. Lo que llevas visto de ese mundo que tanto os seduce, te habrá enseñado a conocer lo que vale el dinero para andar por él triunfando, y lo que importa a los mundanos no arruinarse.