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Parece evidente que el estudio del español se dirige ahora mucho más que antes a las realidades actuales de los pueblos hispánicos, y que por lo tanto la literatura que debe ser conocida y utilizada generalmente en las clases debe ser la literatura de hoy, la literatura actualmente viva, la que representa el espíritu y los ideales actuales de la gran comunidad hispana.

Hay aquí una relacion recíproca, una especie de paralelismo de fenómenos y realidades, que se explican y se completan recíprocamente.

«Yo le eché anteayer un largo sermón, recomendándole que se amoldara a las realidades de la vida, que pusiera un freno a aquella imaginacioncilla tan desenvuelta. 'Pero, hija mía, es preciso pensar lo que se hace, y dejarse de tonterías'. Yo muy serio. Creo que algo he conseguido. Usted lo ha de ver, compañero.

¿Y el Bardo arrebatado Que invoca realidades, No ha de poder osado Anticipar edades Del tiempo en la penumbra, Cuando su mente alumbra Inspiracion mas fiel? ¿La losa de la tumba Levantará mi lira? Oid: el viento zumba, El Hacedor me inspira, Siento su soplo ardiente Que en alas del ambiente El polvo hace tremer. ¡Campeones inmortales!

El viajero experimentó al ver el pabellón del Círculo cierto impulso de alegría, y por un movimiento espontáneo, que tenía mucho de pueril, quitóse el sombrero como para saludarle a tan enorme distancia, con tanto respeto y entusiasmo, como si a su sombra hubiera de encontrar lo menos... 150.000 duros al 15 por 100, que daban por suma total los varios sumandos de sus realidades.

Si Jenny Hawkins era Juana Baud, existía una sustitución de estado civil y Lea Peralli vivía con un nombre que no era el suyo. Pero, entonces, ¿quién era la muerta? Aquí Tragomer se estrellaba contra realidades abrumadoras. La mujer asesinada en la calle Marbeuf era Lea Peralli. Todo el mundo la reconoció y el mismo Jacobo no puso en duda su identidad.

Si pues no admitimos otro criterio de verdad que lo hecho, abrimos la puerta al escepticismo, abandonamos el mundo de las realidades para establecernos en el de las apariencias. No obstante ¡singularidad de las opiniones humanas! Vico pensaba todo lo contrario; él creia que solo con su sistema era posible rebatir á los escépticos.

Dos relojes las repitieron juntos, casi al unísono, como si las campanadas del segundo fueran eco inmediato de las del primero: eran el del seminario y el del colegio. Aquella brusca llamada a las realidades irrisorias del día siguiente aplastó mi dolor bajo una sensación de pequeñez, y me alcanzó en plena desesperación como un golpe de férula.

Medio siglo después me acordé de D. José María Malespina, y dije: «Parece mentira que las extravagancias ideadas por un loco o un embustero lleguen a ser realidades maravillosas con el transcurso del tiempo». Desde que observé esta coincidencia, no condeno en absoluto ninguna utopía, y todos los mentirosos me parecen hombres de genio.

Contra los ensueños mundanos comprendo que venciesen en su alma de usted las imágenes devotas; pero temo que las imágenes devotas no habían de vencer a las mundanas realidades. Pues no lo tema Vd., señora replicó don Luis . Mi fantasía es más eficaz en lo que crea que todo el universo, menos Vd., en lo que por los sentidos transmite. Y ¿por qué menos yo?