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La condesa dio el ejemplo, palmoteando con sus delicadas manos. ¡Válgame Dios! exclamó el general, tapándose los oídos . No parece sino que estamos en la plaza de toros. Déjalos, León dijo la marquesa ; déjalos que se diviertan. Peor fuera que estuvieran murmurando del prójimo. Stein hacía cortesías hacia todos lados.

Juan, paralizado por indecible emoción, estaba absorto ante aquella revelación; luego tomó una mano del señor Aubry y la estrechó con fuerza, murmurando con voz ahogada: ¡Oh, gracias, mi querido señor! pero usted tiene razón; ni usted ni yo debemos influir... Juan, en su profunda turbación, no pudo terminar la frase.

El padre Aliaga cerró la puerta y adelantó en su celda, pensativo y murmurando: Me parece que en este joven hemos encontrado un tesoro. Pero en vez de volverse á su silla, se encaminó al balcón de la derecha y le abrió. Venid, venid, amigo mío, y calentáos dijo ; la noche está cruda, y habréis pasado un mal rato.

Los domingos, cuando iba a misa, solía contemplar a aquella muchacha morena del primer día arrodillada en el mismo sitio y ejecutando a la lectura del Evangelio la misma operación de levantarse y encender su hacha. Desde la puerta de la sacristía se la veía admirablemente. Esto se iba murmurando, por lo menos, en un grupo de mujeres cierto domingo al salir de la iglesia.

Doña Martina dejó de perseguir a su hija y se sentó a la mesa, aunque murmurando amenazas; aquélla también se sentó mirando recelosa a su madre; D. Bernardo, haciendo un prodigioso esfuerzo de diplomacia para sobreponerse a su justo desabrimiento, entabló conversación con el coronel.

Las flores que tenía en la cabeza se cayeron al agua, haciendo temblar la superficie, y con la superficie, la imagen. La hija de la Canela sintió como si arrancaran su corazón de raíz, y cayó hacia atrás murmurando: ¡Madre de Dios!, ¡qué feísima soy! ¿Qué dices, Nela? Me parece que he oído tu voz. No decía nada, niño mío.... Estaba pensando... , pensaba que ya es hora de volver a tu casa.

Don José, un momento, dijo el hombrecillo; me permito recordar á usted el encargo de doña Cristina, ya que está aquí el señor doctor. Y como Sánchez Morueta pareciera no acordarse, el secretario se inclinó hacia él, murmurando algunas palabras. El millonario dudó algunos momentos mirando á su primo. Es un favor que te pide Cristina dijo con alguna vacilación.

Ella se apelotonaba contra el débil tronco, haciéndose más pequeña, como si quisiera escapar a aquellos ojos ardientes. Su instintivo movimiento de retroceso hizo cimbrearse el flexible árbol, y una lluvia de hojas amarillas como copos de ámbar cayó en torno de ella, enredándose en su trenza, pegándose a su tez, esparciéndose sobre su traje. Pálida, con la boca apretada y los labios azulados, iba murmurando palabras que sonaban apenas como débiles suspiros. Sus ojos, agrandados y húmedos, tenían la expresión angustiosa de los humildes de espíritu que piensan muchas cosas y no encuentran el modo de decirlas. ¡

¡Bueno, bueno! quedó murmurando ella no ganamos para multas. Por fin el Magistral se vio fuera de su casa, con el placer de un estudiante que escapa de la férula de un dómine implacable. El sol brillaba acercándose al cenit. Sobre Vetusta ni una sola nube. El cielo parecía andaluz.

Sus labios se apretaron convulsos contra los desnudos pies del Salvador murmurando palabras ininteligibles. Después de un largo rato alzó la cara bañada en lágrimas y exclamó con acento de dolor: ¡Jesús mío, cuánta traición, cuánta traición!... ¡Qué mal os pago el amor que me tenéis!... ¡Castígame, Señor, para que pueda tener sosiego!