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El corazón me dice que antes de morirme te veré establecido y casado. ¿Casado? ¡Por supuesto! ¿Con quién? Con una muchacha buena, hacendosa, que te quiera mucho. ¿Pobre o rica? ¡Eso será como Dios quiera! Por mi gusto... ¡pobre!

A Cecilia se le había acercado, poco después de entrar en el salón, Paco Flores, aquel ingeniero que pidió su mano por mediación de Gonzalo. Desde que la joven le diera calabazas, él, que, como hemos visto, sólo buscaba una mujer modesta, hacendosa y con algún dinero, se había enamorado de ella y la perseguía a sol y sombra.

No hallarás en la vida una mujer que te quiera tanto. Ni tan guapa apuntó Frasquito. Ni tan hacendosa y limpia manifestó Pepe de Chiclana. ¿Limpia? exclamó Paca. Como los chorros del oro. Daba gusto ver á esa mujer revolverse por casa. Las cosas que ella tocaba con las manos relucían como si les diesen cera. Yo no creo que este rompimiento sea para siempre articuló gravemente el señor Rafael.

La señora Angustias amaba la existencia campestre, después de una vida transcurrida en la miseria de los tugurios urbanos. Carmen también gustaba de la vida del campo. Su carácter de mujer hacendosa la impulsaba a ver de cerca los trabajos del cortijo, gozando las dulzuras de la posesión al apreciar sus extensas propiedades.

El muerto era un perdido, la trataba mal; ahora la pobre muchacha compara... y no sabe qué hacer para tenerme contento. Ya habrás visto lo hacendosa y lo limpia que es. , tiene su casa como antes estaba la mía. De modo que siguen aburriéndote a fuerza de disgustos.

Su padre era un progresista ridículo, que se entusiasmaba hablando de Espartero; su hermano un demagogo ateo, de los que hacen burla de Dios y la Divina Providencia; su madre una pobre señora, a quien se le figuraba ser santa porque era hacendosa, y Leocadia una chicuela presumida, que se pasaba la mañana embandolinándose el pelo.

Después, Teresa, mujer hacendosa, preguntó á su marido por el resultado del viaje, quiso ver el caballo, y hasta la triste Roseta olvidó sus pesares amorosos para enterarse de la adquisición. Todos, grandes y pequeños, fuéronse al corral para ver el caballo, que Batistet acababa de instalar en el establo.

Había, sin embargo, en Villalegre otra persona, que en más pequeña esfera y en más reducidos términos, si no competía, se acercaba mucho al mérito de don Paco por la multitud de sus conocimientos y habilidades y por lo hacendosa y lista que era. Hablo aquí de la famosísima Juana la Larga. Imposible parece que esta mujer atinase a hacer bien tantas cosas diversas.

Los enfermos graves eran pocos, y como por razón de su estado se hallaban recluidos en sus habitaciones, no molestaban a los que querían divertirse; los cuartos eran limpios, la comida, si no muy delicada, abundante y sabrosa, las camas aceptables, el campo delicioso, y las excursiones salían baratas; de suerte que todo el mundo estaba contento, sin acordarse el bolsista de sus negocios, ni el empleado de su oficina, ni la mujer hacendosa de los quehaceres de su casa, ni mucho menos el estudiante de sus libros: las niñas en estado de merecer disfrutaban bastante libertad para dejarse galantear a sus anchas por los muchachos; y, según malas lenguas, de igual libertad se aprovechaban algunas casadas, si no para permitir que fuese invadido allí mismo el cercado ajeno, a lo menos para demostrar que no lo defenderían mucho cuando, de regreso en la corte, fuesen menor el peligro de la murmuración y las ocasiones más seguras.

Parecíale estar en la casa maldita, en la cueva, que decía misia Gregoria, acompañando a la hacendosa tía Silda, ayudándola a preparar la cena, o a limpiar, o a zurcir; y cuando llegara el tío del Ministerio y el primito de la Bolsa, con qué gusto se sentaría a la mesa, en tan amable compañía, feliz de verlo todo en regla, el mantel planchadito, los vasos bruñidos, los cubiertos lucientes como plata de veras, ¡feliz de que la tía la mirara con complacencia, convencida ya de que ella, aunque Esteven, no era ni mala ni torpe! ¡feliz de estar cerca del primo, y poder reanudar el coloquio del baile, sin censura ni anatema!