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Diversos periódicos de la ciudad y campaña, como EL Heraldo, del Azul, La Patria, de Dolores, El Oeste, de Mercedes, y otros, han adquirido tambien justos titulos á nuestra gratitud, que conservamos como una deuda sagrada. Terminamos esta breve reseña con La Capital, del Rosario, que ha anunciado LA VUELTA DE MARTIN FIERRO, haciendo concebir esperanzas que Dios sabe si van á ser satisfechas.

Sea por muchos años exclamó el rodrigón, que era el más viejo y el más autorizado ; que Dios haga muy felices á sus mercedes... este es el segundo casamiento que veo en la casa... cuando la señora madre de vuesa merced se casó... Os dió muestras del aprecio en que os tenía; yo os las daré también; ahora idos; quedáos vosotras añadió, dirigiéndose á las doncellas ; necesito vestirme.

Al despedirse de ellos tropezó con Mercedes la Cardenala, á quien no había vuelto á hablar desde la memorable noche en que Soledad fué á buscarle á su casa. Como el buen humor le retozaba en el cuerpo, se aventuró á detenerla, saludándola con afectuosa expansión. La muchacha, sorprendida de aquel arranque, estuvo fría, circunspecta y no dejó de mortificarle con algunas palabritas amargas.

Trata de la libertad que dio el señor don Gaiferos a su esposa Melisendra, que estaba cautiva en España, en poder de moros, en la ciudad de Sansueña, que así se llamaba entonces la que hoy se llama Zaragoza; y vean vuesas mercedes allí cómo está jugando a las tablas don Gaiferos, según aquello que se canta: Jugando está a las tablas don Gaiferos, que ya de Melisendra está olvidado.

Esténme vuestras mercedes atentos, y vayan conmigo. ¿Por ventura es cosa nueva deshacer un solo caballero andante un ejército de docientos mil hombres, como si todos juntos tuvieran una sola garganta, o fueran hechos de alfenique?

Pero volvamos a las cosas que el dicho de mi tío hacía, ofendido con la carta que decía en esta forma: «Señor Alonso Ramplón: tras haberme Dios hecho tan señaladas mercedes como quitarme de delante a mi buen padre y tener a mi madre en Toledo, donde, por lo menos que hará humo, no me faltaba sino ver hacer en V. Md. lo que en otros hace.

Y ella, después de haberse puesto bien en la silla y prevenídose con toser y hacer otros ademanes, con mucho donaire, comenzó a decir desta manera: «Primeramente, quiero que vuestras mercedes sepan, señores míos, que a me llaman...»

Capítulo XLV. Donde se acaba de averiguar la duda del yelmo de Mambrino y de la albarda, y otras aventuras sucedidas, con toda verdad ¿Qué les parece a vuestras mercedes, señores -dijo el barbero-, de lo que afirman estos gentiles hombres, pues aún porfían que ésta no es bacía, sino yelmo?

Ya en esta sazón, llegaban al monasterio de la Santísima Trinidad, porque se habían bajado de la calle de las Urosas, y subido la de los Relatores. El Pinciano dijo entonces: Más cerca están vuestras mercedes de la tragediaEsto dicho, se fueron á la calle de la Cruz.

En primero de Marzo de 1624 entró en Sevilla Felipe IV y se le hizo muy gran recibimiento, de suerte que no se ha visto otro más grandioso en el mundo . El 8 de Marzo visitó los conventos de Madre de Dios y de las Mercedes . El 5 de Marzo subió á la Giralda . El 13 salió para Doñana .