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Entrando por la Puerta del Sol, y pasado el convento de la Victoria, se hallaba un gran pórtico, entrada de una antiquísima casa que, á pesar de su escudo decorativo, grabado en la clave del balcón, era en aquel tiempo una casa de vecindad en que vivían hasta media docena de honradas familias.

Sin embargo, no creo estar equivocado al afirmar que ambos habíamos tenido la esperanza de encontrar la clave del notable secreto que de una manera desconocida había conseguido, aun cuando no era creíble que un objeto tan valioso lo hubiera tenido en su equipaje.

Tal es, á nuestro juicio, la clave que nos revela el carácter original de la poesía de Calderón.

Tan vigorosa adquisividad unida á una probidad de autómata y á una laboriosidad más propia de máquinas que de seres humanos daría por sola la clave de la estupenda suerte de Becerro, si no supiésemos que toda planta muere si no encuentra atmósfera propicia. Las circunstancias ayudaron á Becerro, y él ayudó á las circunstancias. No tuvo sueños ni ilusiones; en cambio tenía una esperanza.

Aumentaba la dificultad la circunstancia de ser notablemente rebajados los cuatro arcos torales sobre que habia de erigirse el cimborio, porque estos arcos marcaban muy baja la clave de las bóvedas del crucero y de la capilla mayor, y es sabido que cuanto mas rebajadas son las bóvedas mayor es su empuje.

Porque creo que cuando el registro fue estampado en estas cartas contestó, yo era la única persona que sabía algo respecto al secreto del Cardenal; la única, fuera del interesado, que poseía la clave de la cifra. Pero al principio aparentó usted no conocerla observé yo, mirando todavía con cierto recelo al anciano.

Quedó silenciosa un momento, como quien está ideando un medio de resolver un dilema; después me respondió: Si quiere usted venir, para será un verdadero placer. , debe ayudarme, porque puede ser que descubramos la clave del enigma cifrado de las cartas. Mi pobre padre, medio mes antes de morir, estuvo allí unos tres días. ¿Y cuándo partiremos?

Papá pronunció la joven después de largo rato de silencio , hemos padecido una desgracia inmensa, una de esas desgracias que hacen levantar los ojos al cielo hasta a los más descreídos en demanda de consuelo. Sólo Dios tiene la clave de ellas, conoce su porqué y sabe enderezarlas a un resultado ventajoso para nosotros. Esta desgracia me ha afianzado en una resolución que hace ya algún tiempo tenía tomada: la de consagrarme a Dios para siempre... Conozco por mil señales que

Nada más hay que contar, salvo que, debido al descubrimiento de la casa, obtuvo la clave del secreto; a lo menos, eso es lo que yo le he entendido siempre que ha hablado de esto contestó. ¡Ah! recuerdo bien aquellas interminables y cansadoras caminatas cuando niña; cómo recorríamos esos largos, blancos e inacabables caminos, con sol y con lluvia, envidiando a la gente que iba en coches y en carros, a hombres y mujeres que andaban en bicicletas, y, sin embargo, mi valor se sostenía siempre con las palabras de aliento de mi padre y su declaración de que algún día habíamos de poseer una gran fortuna.

Conviene advertir que la obra de Moreno, como escrita muy á la ligera, contiene varias inexactitudes; sin embargo, hay una circunstancia que en el caso presente puede dar fuerza á su aserto, y es, el añadir que en la clave del arco principal de la referida capilla mayor antigua se hallan esculpidas las armas del obispo D. Iñigo.