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Además recuerdo que añadió , conservamos en la Montaña el baile guerrero de hombres solos, semejante al zorcico vascongado y a la «danza prima» de Asturias, hijos todos de los bailes celtas y celtibéricos con que en las noches de luna llena se celebraba a un solo Dios vagamente conocido.

El tío exclamó, doblando la carta siempre tan guasón y tan célebre.... Dice que aquí me manda un santo para que me predique y me convierta.... No parece sino que tiene uno pecados: ¿eh, señor abad? ¿Qué dice usted a esto? ¿Verdad que ni uno? Ya se sabe, ya se sabe masculló el abad en voz bronca.... Aquí todos conservamos la inocencia bautismal.

Felipe Godínez. Luis de Belmonte. Rodrigo de Herrera. Otros dramáticos de este tiempo. No hay dato alguno acerca de la vida de Felipe Godínez, y el único que conservamos, y que nos sirve para determinar la época en que escribió para el teatro, es la mención que de él se hace en El viaje al Parnaso .

Si por progreso se entiende el acumulado capital de observaciones, estudios, sistemas y descubrimientos que las generaciones pasadas nos han ido legando, que nosotros conservamos y que sin duda acrecentamos y mejoramos, yo creo en el progreso a pie juntillas.

Diversos periódicos de la ciudad y campaña, como EL Heraldo, del Azul, La Patria, de Dolores, El Oeste, de Mercedes, y otros, han adquirido tambien justos titulos á nuestra gratitud, que conservamos como una deuda sagrada. Terminamos esta breve reseña con La Capital, del Rosario, que ha anunciado LA VUELTA DE MARTIN FIERRO, haciendo concebir esperanzas que Dios sabe si van á ser satisfechas.

Apostolo Zenón, fundándose en una antigua crónica, dice que en la pascua de 1243 se representó un gran drama religioso en la plaza del Prado della Valle en Padua . A esta época se refiere la primera noticia que conservamos de la existencia de cofradías, cuyo principal objeto era la representación de los misterios, como la de los Gonfalone de Roma, que se formó en el año de 1264 para representar la historia de la Pasión.

Era un esqueleto recubierto de piel nada más, y sus huesos se emplearon como ricos materiales en numerosas obras de arte. Todavía conservamos en la Universidad varios libros de él, que me sirvieron muchísimo para el estudio de la lengua que usted habla y para el conocimiento de las costumbres de los Hombres-Montañas. Pero volvamos á Eulame.

La carta de D. Juan Fresco es un documento importante que conservamos en nuestro poder, y del cual no estará de más dar aquí traslado. La carta es como sigue: «Apreciable amigo y dueño: Hasta ahora me he resistido a todas las súplicas de V., por más que le quiero bien, sin poder remediarlo. Y me he resistido porque mi modo de ver las cosas es contrario al de V. en mucho.

Pregunto yo, ¿para qué es este jaleo, esta mudanza, esta incesante trasmigración de materia, cuando la forma persiste; cuando, si tenemos una berruga, conservamos siempre la berruga? ¿No sería mejor, y no es posible que se descubra, el que no perdamos sustancias con tanta frecuencia, y el que no tengamos tampoco que reponerlas de continuo?

Aun hemos alcanzado á ver muestras de rasos, tafetanes y damascos del primero de ellos, que con razon fueron premiados en Exposiciones extranjeras y del segundo conservamos parte de su muestrario de tisues, lama de plata y de algunas sederías con dibujos de colores y otras en que se emplearon unidas la seda y el terciopelo. De la fábrica del Sr.