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El pollo del pelo por la frente colocó un sillón en medio de la sala y la hizo sentarse en él; después puso delante un cojín de terciopelo. Los caballeros zegríes y abencerrajes de la tertulia comenzaron a desfilar por delante de ella, doblando la rodilla en su presencia y esperando humildemente su resolución.

Entonces Ramiro, doblando ante ella la rodilla, tomole con frenesí ambas manos, y mirándola fijamente en los ojos, la pidió que ayudase sus designios y que, por amor de Dios, no vendiera el solar; que pensase en la impresión que produciría en el ánimo de don Alonso y de su hija aquel acto menguado.

A Spadoni le era imposible imitar la atención del príncipe y de Castro. ¿Qué podía importarle la llamada estrella tricolor? Los millones de millones de leguas de que hablaba el sabio despertaban su bostezo; y por una asociación de ideas, se dedicaba á jugar mentalmente, suponiendo que acertaba cincuenta veces seguidas, siempre doblando.

¡Claudio! dijo Clara doblando la carta: ¿quién es este hombre? ¡Y quiere entrar aquí! ¡Jesús, qué miedo! ¿Qué debo hacer? ¿Cerrar las puertas? Clara empezó á temblar de miedo; no podía tomar resolución ninguna.

Con esto, doblando a cada paso los rebuznos, rodearon todo el monte sin que el perdido jumento respondiese, ni aun por señas. Mas, ¿cómo había de responder el pobre y mal logrado, si le hallaron en lo más escondido del bosque, comido de lobos?

Pensaba con nostalgia en las plácidas veladas de «los enemigos de la mujer», cuando Spadoni se sentaba al piano ó hacía cálculos infinitos, siempre doblando; cuando Novoa exponía sus paradojas científicas y Castro relataba las aventuras de su abuelo el «Don Quijote rojo»... ¿Dónde estarían ahora estos compañeros de soñolienta felicidad? Atilio le interesaba especialmente.

¡Oh! ¡No tenéis absolutamente la intención de hacer esa tontería! dijo Priscila doblando el vestido que acababa de quitarse y colocándolo en la caja . ¿Para quién habría trabajado yo entonces, cuando muera nuestro padre, si se os pone en la cabeza quedaros solterona, porque ciertas personas no son mejores de lo que debieron ser?

Aunque ya era tarde, acudieron muchos vecinos y bastantes mozos que andaban de ronda, y Currito y yo nos vimos forzados a poner término a nuestro descomunal combate, envainando yo la espada sin ensangrentar todavía, y doblando él su truculenta navaja, que era de virola y golpetillo, y produjo al cerrarse ruido muy temeroso.

Se alejaron, caminando lentamente sin saber dónde iban, errando a la ventura, doblando esquinas, pasando varias veces por la misma calle, con el pensamiento concentrado, los nervios estremecidos, prontos a gritar y haciendo esfuerzos por que su voz fuese débil, apagada, y no llamase la atención de los transeúntes que pasaban rozándoles por las estrechas aceras.

La prodigiosa pieza de cinco francos continuaba sobre el paño verde al lado de una montaña de dinero que seguía creciendo y creciendo. Había que completar los cincuenta golpes, siempre doblando. Dió cinco más en su imaginación y se detuvo. Ya había ganado mil setenta y tres y pico de millones de duros: más de cinco mil millones de francos.