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El vino de maiz y de algarroba, De molles, y de murta bien obrado, Seguro que bebian casi arroba, Que media á cada cual le estaba dado. Uno habla en latin, el otro troba, Otro habla español y vascongado; Mas todos para un fin se concertaban, Y aunque borrachos, todos atinaban.

En mis excursiones en Europa no he visitado pueblos que me hayan inspirado tantas simpatías como el ginebrino en Suiza y el vascongado en España. Es realmente extraordinario ese fenómeno social de tanta grandeza moral relativa, contenida en un recinto, tan estrecho, casi microscópico, cual es el canton ó Estado federal de Ginebra.

Era vascongado, emigrado carlista, hombre de grande energía, de muchos ánimos: internáronle en Francia, viose pobre y solo, trabajó como se había batido... como un león, hasta llegar a poder establecer una vasta agencia de comercio, enriquecerse, adquirir en París casa propia, y casarse con mi madre, que es de una familia distinguida de Bretaña, legitimista también.

La raza pobladora de esas comarcas es céltica pura en su gran masa, y conserva su lengua especial con tanta fidelidad que una gran parte de la población no habla el español ó lo habla muy mal. El dialecto vascongado, muy semejante al vasco francés, no tiene casi analogía ninguna con la lengua española.

El trabajo es la única manera de ser del hombre que el vascongado comprende. Le tiene tal apego á su libertad, á su personalidad de raza, de país y de individuo, que conserva su lengua propia á despecho de todo. A semejanza del catalan, es emprendedor, y cosmopolita en caso necesario. Siempre se le ve celoso de conservar y ejercer su iniciativa en toda obra de actividad social.

Con frecuencia terminaba sus narraciones con estos versos de Concha, en su Arte de Navegar: Por tierra y por mar profundo Con imán y derrotero, Un vascongado el primero Dió la vuelta a todo el mundo. Y aunque estos versos no tuvieran relación alguna con lo contado, por el tono solemne con que los recitaba mi tía Úrsula, me parecían un final muy oportuno para cualquier relato.

Solo uno de los suscritores faltó despues al suministro de los fondos: era un castellano. El territorio vascongado es tan sumamente montañoso, que no tiene ni un solo valle de dimensiones algo notables, a excepcion de la llanura de Vitoria y la hoya del Bidasoa cerca de San Sebastian.

Además recuerdo que añadió , conservamos en la Montaña el baile guerrero de hombres solos, semejante al zorcico vascongado y a la «danza prima» de Asturias, hijos todos de los bailes celtas y celtibéricos con que en las noches de luna llena se celebraba a un solo Dios vagamente conocido.

¿Pero qué otro objeto podía tener? pregunté yo. ¡Quién sabe, Shanti, quién sabe! me dijeron. Alguno llegó a manifestar la sospecha de si Machín no habría salido con su barco con la idea de hacernos naufragar. No era posible convencerles de otra cosa y los dejé. A un marinero, y a un marinero vascongado, no se le convence nunca de nada.

Hablaba con un acento entre vascongado y andaluz, intercalando palabras filipinas; tipo de marino a la antigua, conocía muy bien su derrota, pero en lo demás estaba poco enterado. Le gustaba la ciudad y la vida social. Había estudiado en Vergara y sabía tres cosas no muy frecuentes entre los marinos mercantes: sabía latín, sabía bailar y sabía hacer versos.