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Actualizado: 8 de mayo de 2025


Y dígase también la siguiente y amarga verdad: la brecha que el delito ha abierto una vez en el alma humana, jamás queda completamente cerrada mientras conservamos nuestra condición mortal. Tiene que vigilarse y guardarse, para que el enemigo no penetre de nuevo en la fortaleza, y escoja quizás otros medios de entrar que los empleados antes.

Dexando esto aparte, ámbos sois de orígen muy bastarda y reciente, y no podeis disputar conmigo. La nacion egipcia no pasa de ciento treinta y cinco mil años, y los Indios no se dan arriba de ochenta mil, miéntras que conservamos nosotros calendarios de quatro mil siglos. Creedme, y dexaos de desatinos, y os daré á cada uno una efigia muy hermosa de Oanes.

Aquella falta está en los cuadros de criminalidad en los que aparecen en blanco. La cédula y el tributo. Ya dejamos dicho que en los datos estadísticos conservamos la denominación de tributo, y no el de cédula, porque el indio de Albay sigue conociendo esa contribución con el primitivo nombre con que la ha sufragado tantos años.

Por eso el humilde molino, aun cuando su base esté carcomida y sus paredes pobladas de plantas parásitas, me inspira veneración; gracias á él, millones de seres humanos no están ya tratados como bestias de carga; han podido erguir la cabeza y ganar en dignidad al mismo tiempo que en felicidad. ¡Qué recuerdo más encantador conservamos del pequeño molino de nuestra aldea!

Nos dimos la mano con timidez, sin decirnos palabra. Yo no estreché la suya: ella no estrechó la mía; pero las conservamos unidas un breve rato. En la mirada que Pepita me dirigió nada había de amor, sino de amistad, de simpatía, de honda tristeza. Había adivinado toda mi lucha interior: presumía que el amor divino había triunfado en mi alma; que mi resolución de no amarla era firme e invencible.

Debidas á la bondad de los señores canónigos de Córdoba, que nos las permitieron copiar en el archivo de la santa iglesia catedral, las conservamos por si se presenta ocasion de darles cabida entre las memorias de la santa iglesia de Sevilla referentes al arzobispo que se hallaba de inquisidor general de España en tiempo de Luzero, canónigo tambien de aquella catedral.

Con #nuestras# leyes y estatutos nos conservamos y vivimos alegres; somos señores de los campos, de los sembrados, de las selvas, de los montes, de las fuentes y de los ríos: los montes nos ofrecen leña de balde; los árboles, frutas; las viñas, uvas; las huertas, hortaliza; las fuentes, agua; los ríos, peces, y los vedados, caza; sombra las peñas, aire fresco las quiebras, y casas las cuevas.

Pero no, ¿que digo media España? una pequeña parte, porque casi todos los españoles conservamos el juicio. Sólo una porción de hombres mezquinos, mezquinos de juicio, de carácter, de todo, manifiestan con su conducta todo el extravío de que es capaz nuestra naturaleza.

Se destruyeron los libros, los periódicos, los monumentos, todo lo que pudiera hacer sospechar á los varones del porvenir la autoridad despótica ejercida por sus antecesores. Únicamente en las bibliotecas de las universidades conservamos las obras de aquellos tiempos; pero sólo tienen permiso para leerlas los profesores de indiscutible lealtad que se dedican al estudio de la Historia.

Palabra del Dia

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