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Valerse de la autoridad del sacerdote para escudriñar un corazón que como amante no podía sondar, utilizando su sagrada investidura en sorprender los secretos que le estaban vedados como hombre.

El ejército le es antipático á esa noble falange; el foro y el profesorado le están casi vedados, porque las leyes oponen poderosas cortapisas al libre acceso; la vida parlamentaria está monopolizada por los empleados públicos y los ministros, así como por los grandes capitalistas; el periodismo está sometido á la censura previa y la persecucion, y la ingeniatura civil misma está sujeta á las influencias oficiales.

Mis ojos le veian en un tiempo feliz, yo no donde; pero siempre encontrarle ellos sabian... ¡Hoy no le encuentro ya! ¿Dónde se esconde? Suave el dorado virginal cabello, puros y azules los rasgados ojos, blanca la tez, enrojecido el labio, lánguido el talle. ¡Cuántas bellezas por mi mal nacidas! ¡Cuántos tesoros, para vedados! Tiemblo, mujer, al recordarte ausente, tiemblo y suspiro.

El espíritu de investigación que está revisando, reformando, rehaciendo y renovando todas las ideas de los hombres sobre el universo y la vida, que nada ni nadie ha podido detener antes, que cada día es más vigoroso, más amplio y más decidido, y que está paseando la antorcha de la Ciencia hasta por los terrenos vedados a la razón humana por la palabra divina, viene también, detrás de los fugitivos de Francia y de Filipinas, a rescatar para la moral del amor y de la simpatía, del pensamiento y la acción, esta América del Sud, que fue consagrada a la moral del infierno y al servilismo espiritual por sus primeros colonizadores, y que ha sido desde entonces un infierno de odios y rencores, de esterilidad mental y de persecuciones y atrocidades sin cuento, simplemente porque los caudillos políticos acudieron a los mismos resortes de gobierno que la religión había implantado en el alma de los sudamericanos; el miedo al mal y la resignación para aguantarlo pasivamente.

Y para esto señalamos casas de arrepentidos. »Ítem, advirtiendo los grandes bochornos que hay en las caniculares y nunca anochecidas coplas de los poetas de sol, como pasas, a fuerza de los soles y estrellas que gastan en hacerlas, les ponemos perpetuo silencio en las cosas del cielo, señalando meses vedados a las musas, como a la caza y pesca, porque no se agoten con la prisa que las dan.

Con #nuestras# leyes y estatutos nos conservamos y vivimos alegres; somos señores de los campos, de los sembrados, de las selvas, de los montes, de las fuentes y de los ríos: los montes nos ofrecen leña de balde; los árboles, frutas; las viñas, uvas; las huertas, hortaliza; las fuentes, agua; los ríos, peces, y los vedados, caza; sombra las peñas, aire fresco las quiebras, y casas las cuevas.

Fisgona impenitente, no había castigo que la curase de la pasión de arrimar, ora el ojo, ora el oído, a todas las rendijas y cerraduras de los aposentos; y, a creerla por su palabra, ¡qué cosas veía y escuchaba en aquellos vedados interiores!

La libertad y la ciencia, las dos palancas de la civilización liberal, que por su incompatibilidad con la teoría cristiana del mundo han tardado seis siglos en constituirse, que en sólo 30 años han levantado a la categoría de gran potencia al Japón, donde fueron precedidas por lo otro en 300 años sin fruto, fuera del natural rosario de mártires, y que en otros 30 ó 40 levantarán a la China, la libertad y la ciencia provienen de la inteligencia humana que se ha ejercitado en los terrenos vedados por las religiones, del pensamiento que ha brotado contra las prohibiciones de la Iglesia, hasta desarmarla y civilizarla un poco a ella también, obligada hoy bajo la ley común a buscar por la seducción lo que antes obtenía por la tortura.

Encontrábase separada de los intereses morales de sus semejantes, á pesar de estar tan cerca de ellos, á manera de un espíritu que volviese á visitar el hogar doméstico sin poder hacerse ver ni dejarse sentir; sin participar de sus alegrías, ni poder tomar parte en sus dolores; y que, caso de que llegase á manifestar los sentimientos que le estaban vedados, habría sido para despertar solamente terror y horrible repugnancia.

Algunos salones estaban vedados, á causa del desórden ostensible; pero en los que estaban á la disposicion de los lectores hallé tal mezcolanza de literatura y teología, ciencias y necedades, latin é inglés y todos los idiomas, que si los autores de los libros pudieran resucitar y asomar la nariz en los respectivos estantes, se hallarían muy asombrados de la compañía y mistificados por los anacronismos.