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El viajero que ignora ciertos pormenores de la industria, llega á Lyon con el propósito de ir á maravillarse considerando las grandes fabricas de donde salen las ricas sederías, y que hacen trabajar á 80,000 obreros de uno y otro sexo. ¡Pero cuánta es la sorpresa al ver que semejantes fábricas no existen, y que tan enorme produccion salida de Lyon no es el fruto sino de operaciones de detall, de pequeñísimas empresas y de esfuerzos aislados y pacientes, en que el gusto y la inteligencia del obrero hacen mucho mas que la mecánica!

Parecían un mar ondulante con transparencias verdes del cual partía vago rumor de sederías que se despliegan. Y entre estas olas verdes hería los ojos el brillo sangriento de alguna amapola o la nota delicada de los azules chupamieles. Las figuras de algunos labriegos que atravesaban las trochas se destacaban con admirable pureza.

Varios objetos, El Palacio de las Artes, Un contraste curioso. Varios monumentos. Las fábricas de sederías. Lyon mantiene sus comunicaciones que le dan extraordinaria animacion, por medio de unos quince puentes, la mayor parte muy sólidos, pero de los cuales son los mejores dos de mampostería en el Saona y uno de madera en el Ródano.

En efecto, el sistema de la fabricacion de sederías consiste en una especie de trabajo á destajo mas bien que en esa organizacion del trabajo en grande escala que las fábricas han establecido en los centros manufactureros.

Figúrasenos estar viendo los caminos de la Meka á Bagdad, a Balk, a Samarkanda y á Nisapur, frecuentados á todas horas del dia y de la noche por tranquilas caravanas: ¿son por ventura los esclavos africanos, las sederías de la India, los perfumes del Cabúl el único comercio que alimentan esos ambulantes bazares conducidos en interminables y pulverulentas filas de camellos?

El tejedor ejecuta su trabajo con el mayor esmero, sirviéndose del telar y los utensilios necesarios, pero haciéndolo todo á mano, pues ninguna máquina podría ejecutar los admirables caprichos de la moda, los bordados, los dibujos y matices finísimos que las sederías requieren cuando no son estampadas.

Tan cierto es esto, como que los Lioneses no se distinguen sino en esa especie de juguete artístico, que llamaré arte de capricho ó de la moda, ajeno á toda inspiracion, y que se manifiesta en los preciosos dibujos de las sederías que salen de las ochocientas pequeñas fábricas de Lyon.

Donde quiera se destacan entre filas regulares de corpulentos olmos, tilos y castaños, numerosas calles compuestas de casitas y tiendas repletas de todo lo que la industria puede producir mas elegante y rico en materia de joyas, sederías, cristalería, curiosidades artísticas, guantería y mil otros objetos de gusto y de uso indispensable en la sociedad lujosa, que el capricho de la moda se esfuerza por exagerar y variar hasta lo infinito.

Aun hemos alcanzado á ver muestras de rasos, tafetanes y damascos del primero de ellos, que con razon fueron premiados en Exposiciones extranjeras y del segundo conservamos parte de su muestrario de tisues, lama de plata y de algunas sederías con dibujos de colores y otras en que se emplearon unidas la seda y el terciopelo. De la fábrica del Sr.

Esas seis balas, hijos míos, son de sederías venecianas cuyas muestras podéis ver a la luz de este farol. ¡Ved qué hermosos colores! ¡y qué tejido tan suave y tan apretado! La pondremos a dos doblones la vara, hijos míos. ¡Oh! ¡padre mío! Tened en cuenta que ya está bendecida, hijos míos.