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Descansa dijo Febrer . Un día de estos iré a la ciudad. Cuenta con el regalo. Y Jaime emprendió una mañana el camino de Ibiza, ansioso de nueva existencia, de renovar y variar sus impresiones fuera de la rusticidad campestre. Ibiza le pareció una gran ciudad, a él que había corrido toda Europa.

Habían ocupado tres automóviles, saliendo en fila a toda velocidad, piloteados por Gómez, que señalaba el rumbo desde el pescante del primer vehículo. ¡A morir los caballeros!... Aceptó Fernando los ofrecimientos de un chófer mulato, y fiado a su capricho, emprendió una excursión por Río Janeiro.

La última vez que los vió, antes de doblar un recodo del sendero, el más joven de los saltimbanquis se había subido sobre los hombros de su compañero y desde aquella altura lo saludaba con dos banderolas de chillones colores, que agitaba sobre su cabeza. Roger les hizo un ademán de despedida y emprendió sonriente el camino de Munster.

Hay, lo menos, seis leguas de Langres a ese puebluco poco menos que escondido entre los bosques. Después de haber rodado un buen trecho por la carretera de Dijón, el carruaje tomó a la derecha y emprendió el camino vecinal que corre a través de una extensa llanura pedregosa, de una triste desnudez.

La fantasía de aquellos conquistadores se exaltó de tal manera con esas imágenes fantásticas y engañosas, que uno de ellos, Manuel Ponce de León, después de hacer grandes preparativos, emprendió una expedición para descubrir las fuentes de la juventud perpetua. Continuación y fin de la crítica particular de las obras dramáticas más notables de Tirso.

Pidió para esto á Urrutia le auxiliase con soldados, que le negó, previniendo no podian resultar buenas consecuencias: pero Bodega mal aconsejado, juntó 50 hombres, pagados á su costa, y emprendió la marcha al pueblo de Challapata, donde él y los mas que le acompañaban, pagaron con la vida su lijera determinacion.

Y en el fondo de su corazón nació un gran respeto a par que una inmensa gratitud hacia aquella piadosa mujer, que le libertaba de las garras del demonio. Escuchó con atención el prolijo relato de sus visiones, y armado de santa emulación emprendió de nuevo con más ardor, si no con más fe, el camino de las mortificaciones, que había abandonado mientras gimió en la servidumbre de la duda.

Armó cien naves y emprendió la falda De España asir por las arenas solas Del mar, cuyo cristal ciñe esmeralda; Mas viendo en las colunas españolas La sombra del león, volvió la espalda, 1075 Sembrando las banderas por las olas. ¡Levantó la pluma el vuelo! DO

Mas, con gran asombro y vergüenza de sus amigos, en vez de clavarle las banderillas las soltó de las manos, y la emprendió a todo correr hacia la barrera. No pudo saltarla. Antes que lo hiciese, el toro le había cogido por la parte posterior, y le había tirado al alto. Todos acudieron y sofocaron al becerro con los capotes.

Aún vagaban por las calles algunos mascarones, últimos recuerdos de la pasada fiesta. Maltrana les sonreía, encontrándolos interesantes; también por su imaginación se paseaban como máscaras las más abigarradas ilusiones. Con la alegría del bienestar, emprendió a pie su marcha hacia los Cuatro Caminos.