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Emprendieron la retirada, marchando directamente en busca de la tapia. Isidro, al saltarla con la ayuda de sus compañeros, volvió a verse en el campo yermo y negro matizado de luces a lo lejos. Creyó otra vez que había soñado, que los árboles rumorosos y el fantástico jardín sólo habían existido en su imaginación.

Mas, con gran asombro y vergüenza de sus amigos, en vez de clavarle las banderillas las soltó de las manos, y la emprendió a todo correr hacia la barrera. No pudo saltarla. Antes que lo hiciese, el toro le había cogido por la parte posterior, y le había tirado al alto. Todos acudieron y sofocaron al becerro con los capotes.

Salvo raras excepciones, todos los cuadros eran arrojados por las ventanas, formándose con ellos una gran hoguera. Los alumnos de Bellas Artes, por orden del dictador, habían de saltarla en señal de alegría por la desaparición de tanto mamarracho. Después, con su escolta de implacables ejecutores, se llegaba al Museo del Prado. Llamada y tropa al personal y discurso que ponía los pelos de punta.

No es menos fiel el salmón, regresando invariablemente del mar al río do naciera. Aquellos que han sido marcados se presentan nuevamente sin faltar á la lista casi uno solo, siendo tan grande su amor hacia el río natal, que si ven cortado el paso por alguna barrera, aunque ésta sea una cascada, lánzanse por encima de ella haciendo esfuerzos sobrehumanos para saltarla.

Jacinta se había quitado el sombrero y el abrigo. Juanito la sentó sobre sus rodillas y empezó a saltarla como a los niños cuando se les hace el caballo. Y dale con la tarabilla de que él era esclavo de su deber, y de que lo primero de todo es la familia. El trote largo en que la llevaba su marido empezó a molestar a Jacinta, que se desmontó y se fue a la silla en que antes estaba.

El piso, lleno de charcos formados por la lluvia, se hallaba intransitable, y delante de la misma casa de la Tribuna una gran poza obstruía el paso; para entrar, Amparo tenía que saltarla, y como no calculase bien el brinco, sucedíale meter el pie en el agua helada y cenagosa, y haber de mudarse después las medias y el calzado.