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Actualizado: 26 de mayo de 2025
En el segundo caso, asciende en la consideración del gremio y su tarea se facilita con ventaja personal: se hace changador de otarios, es decir, buscador de víctimas, empresario, director, prestamista, consejero e intermediario entre los capitalistas y grandes dignatarios de la orden y los pobres ejecutores que pagarán con el martirio de su cuerpo cualquier contrariedad de la suerte.
En todo caso, los blancos, vencedores á muy poca costa, podremos olvidar; pero los negros, vencidos, humillados, los negros que han sentido de nuevo en sus espaldas el infamante látigo del dominador, ni olvidarán el afrentoso castigo, ni perdonarán nunca á sus implacables ejecutores.
En otra de esas torres, la llamada de Wakefield, fue asesinado otro rey Enrique VI. Nada ha sido mas común en la historia de Inglaterra que las ejecuciones de reyes y reinas, por obra de los de la misma familia. No sé por qué hacen los reyes tanto escándalo cuando ven que los pueblos, imitándolos, se hacen los ejecutores.
Aunque por las ordenanzas se establece que la dirección del pueblo haya de correr a cargo del corregidor y cabildo, y que el administrador sólo sea un director que les aconseje y persuada lo mejor, y que nada debe hacerse sin que sea dispuesto y acordado por el cabildo, no sucede así, pues los administradores son los que tienen toda la superioridad, sirviendo los corregidores y cabildos solamente de ejecutores de las disposiciones que el administrador les da, sin que en ellas se encuentre repugnancia en practicar cuanto el administrador les dicta, ni tampoco en asentir a cualquiera trato que el administrador celebra, firmando cuantos papeles les ponen delante y consintiendo gustosos y sin examen en todo lo que el administrador quiera hacer de ellos y de su pueblo.
A los ejecutores de las prisiones y castigos llaman sargentos, y éstos nunca dejan de la mano la alabarda, y el azote lo traen ceñido al cuerpo para estar prontos al instante que se lo mandan.
El valor insignificante del legado, en su mayoría de terrenos, en aquel entonces escaso de valor, impidió a sus ejecutores testamentarios llevar a cabo su voluntad, y aun abrir y hacer público el testamento con las fórmulas prescritas por las leyes, hasta hace cosa de dos o tres años, cuando el valor de la propiedad hubo ya aumentado considerablemente.
He recibido cita, para la apertura del testamento, del notario y de las personas designadas por la muerta como ejecutores testamentarios. La reunión se verificará mañana. Máximo de Cosmes a su hermano. Excepto unas mandas a los pobres, a ciertas obras de beneficencia y a los criados, la señorita de Boivic deja toda su fortuna, unos cuarenta mil pesos, a su sobrina Elena Lacante.
Luchando entre su amor propio, que se resistía, y su cariño a Quilito, que la empujaba, llegó, y desde la esquina, miró la casa. ¡Cuántas veces había pasado por delante, la cabeza muy alta, orgullosa de poder proclamar con esta actitud, que no necesitaba de ellos, los Esteven! quién la hubiera dicho entonces... Vió ante la puerta dos carros de mudanza, y changadores que entraban y salían, y descargaban en la acera muebles, cuadros y estatuas; los sillones de brocatel, en medio de la calle, las consolas doradas y los vasos de ónix, producían singular efecto sobre la alfombra poco limpia del empedrado: era la casa de Esteven que se desmoronaba, el lujo arrojado a escobazos por la ruina, la soberbia insolente castigada por la justicia; aquellos rudos gañanes eran sus ejecutores inconscientes.
Maltrana pensó en los traperos de Tetuán, en los obreros de los Cuatro Caminos y de Vallecas, en los mendigos y vagos de las Peñuelas y las Injurias, en los gitanos de las Cambroneras, en los ladrilleros sin trabajo del barrio que tenía delante, en todos los infelices que la orgullosa urbe expelía de su seno y acampaban a sus puertas, haciendo una vida salvaje, subsistiendo con las artes y astucias del hombre primitivo, amontonándose en la promiscuidad de la miseria, procreando sobre el estiércol a los herederos de sus odios y los ejecutores de sus venganzas.
Otra especie consigna Diego del Castillo: que los Bajás que asisten en el Diván prometieron á D. Álvaro honores y riquezas si se quería volver turco, y de no ser así, que sirviese al gran Señor contra el Sofí, sin dejar la ley que tenía; y viendo la poca estima que de ellos y sus promesas hacía, condenáronle á cortar la cabeza, y le sacaron luego á caballo muy acompañado de ejecutores; pero el Sultán dió contraorden, mandando llevarle á la torre del Mar Negro, donde estuvo con un criado y un capellán hasta que Dios fué servido darle libertad.
Palabra del Dia
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