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Actualizado: 22 de mayo de 2025


Pero más animoso que éste, después de corta vacilación, se dejó caer de golpe sobre lo que más le agradaba: sobre los ojos. Cerrólos la hermosa y sonrió de nuevo dejándose acariciar por él con suave condescendencia. Al cabo hizo un gracioso mohín de impaciencia y se retiró al interior. ¡Cielo santo, cuánto tenía que hacer! Lo primero, por supuesto, era ordeñar las vacas, como hacía todos los días.

Lo mismo he dicho yo replicó la dama, queriendo expresar con elocuente mohín y alzamiento de hombros la sordidez de su marido . Pero váyale usted a Bringas con esas ideas. Dice que no, que los oculistas no van más que a coger dinero... Y no es que a él le falte.

Hizo la señora Liénard un gracioso mohín y se calló. Los dos jarrones estaban ya listos. La viuda se levantó, sacudióse las verdes hojitas que se le habían quedado adheridas en la falda y tomando uno de los jarros suplicó a Delaberge que tomase el otro, diciéndolo sonriente: Continúo abusando... Pero es usted tan amable que no temo ser indiscreta.

Y sustituía la bandera de la protesta con otra argentina, que era la más abundante, la que adornaba los cubiertos de todas las personas de problemática nacionalidad. El hombre acababa por conformarse, vencido tal vez por el perfume de la sopa que humeaba en los platos, pero atacaba su comida con un mohín de pena, como un señor a quien le han amargado la noche.

Sin embargo, doña Alvarez, que había aprendido su oficio en las grandes casas de Madrid, solía dirigirla, ante los extraños, severos apercibimientos, que ella escuchaba con mohín mentiroso de enfado, comprendiendo que todo aquello contribuía a presentarla como una joya delicadísima, como un ser exquisito y precioso rodeado de las más atildadas precauciones.

Pero en el acto, me sentí asido por una mano varonil que me puso delante de mi hermosa vecina, y mientras ésta se levantaba de su asiento haciendo un mohín lleno de gracia, mi amigo Aumary, le dijo: Vida mía, tengo el gusto de presentarte a mi amigo, Felipe Auvray. Es vecino tuyo y hace tiempo que desea conocerte. Ya conoces el resto de la aventura.

Hizo un mohín de desprecio la linda morenita. ¡Yo perdida por ese cachorro!... No me conoces, Carmela. Y para demostrar lo contrario llamó á uno de sus primos que por allí andaba y le invitó á bailar. Bailaba con sobrado coraje la molinera de Lorío para que no dejase sospechar que había en ello más jactancia que alegría. Sin embargo, la romería iba cerca de su fin.

El despecho crónico había dado á este rostro un mohín repulsivo y una siniestra contracción que se avenía muy bien con las formas de la figura y su atavío. Desaparecían los cabellos bajo un tocado de tristísimo aspecto, y el cuello, que fué comparado al del cisne por un poeta quejumbrón del tiempo de Comella, era ya delgado, sinuoso y escueto.

Pepita me preguntó si volvería al día siguiente, y como le respondiese que no sabía si me sería posible, dijo haciendo un mohín de enfado que yo era «tan chinchoso y tan apestoso» como mi amigo Villa. Salimos formando grupos, que se fueron dispersando por las laberínticas encrucijadas de las calles. Villa iba delante dando vaya a unas muchachas, alegre otra vez y despreocupado.

Después, acercándose á Mercedes, la preguntó familiarmente por lo bajo: ¿Y Gabino? ¿Cómo no viene? ¿Gabino? respondió la salada muchacha haciendo un mohín desdeñoso. ¡Dale memorias!... Nada tengo ya que partir con él. Mostróse sorprendido y no quiso creerlo: disimulos de mocitas y nada más. Pero la niña insistió con ahinco y formalidad, dió pormenores, citó testigos.

Palabra del Dia

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