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29 Y descenderán de sus naves todos los que toman remo; remeros, y todos los pilotos del mar se pararán en tierra; 30 y harán oír su voz sobre ti, y gritarán amargamente, y echarán polvo sobre sus cabezas, y se revolcarán en la ceniza. 31 Y se raerán por ti los cabellos, y se ceñirán de cilicio, y endecharán por ti endechas amargas, con amargura de alma.

21 mas dormirán allí bestias fieras; y sus casas se llenarán de hurones; allí habitarán hijas del búho, y allí saltarán sátiros. 22 Y en sus palacios gritarán gatos cervales; y dragones en sus casas de deleite; y abocado está a venir su tiempo, y sus días no se alargarán.

Después que han llenado la tierra de maldad, y se tornaron a irritarme, he aquí que ponen hedor a mis narices. 18 Pues también yo haré en mi furor; no perdonará mi ojo, ni tendré misericordia; y gritarán a mis oídos con gran voz, y no los oiré. Y entre ellos había un varón vestido de lienzos, el cual traía a su cintura un tintero de escribano; y entrados, se pararon junto al altar de bronce.

4 Hesbón y Eleale gritarán, hasta Jahaza se oirá su voz; por lo que aullarán los armados de Moab, se lamentará el alma de cada uno de por . 5 Mi corazón dará gritos por Moab; sus fugitivos subirán con lloro por la subida de Luhit hasta Zoar, novilla de tres años, levantarán grito de quebrantamiento por el camino de Horonaim.

Más tarde me acometió el deseo vanidoso de distinguirme entre mis compañeros: llamé a tres o cuatro muchachos que me conocían por haber recibido el periódico de mis manos, y les ordené que gritaran: «El primer número de La Abeja, con la defensa de la política de Felipe II en los Países BajosContra lo que imaginaba, tampoco causó efecto el nuevo pregón: solamente advertí que un grupo de jóvenes venía riendo y soltando chistes groseros a propósito de los Países Bajos, lo que me obligó a revocar la orden.

Y Desnoyers, conmovido por el espectáculo, pensaba que Francia era todavía algo en el mundo, que aún ejercía una fuerza moral sobre los pueblos, y sus alegrías ó sus desgracias interesaban á la humanidad. «En Berlín y en Viena se dijo también gritarán de entusiasmo en este momento... Pero los del país nada más. De seguro que ningún extranjero se une ostensiblemente á sus manifestaciones

Desde este día quedas afecto a mi persona en calidad de archipámpano... Mis cardenales gritarán, pero, ¡peor para ellos! ya estoy acostumbrado... Vuelve mañana, al salir de vísperas, y Nos te impondremos las insignias de tu beneficio delante de Nuestro cabildo, y luego... te acompañaré a ver la mula, y vendrás a la viña con nosotros dos... ¿Eh? ¡Ja, ja! ¡Anda, vete!...

, por el contrario, te agrandarás en proporción de tus matanzas, y cuando las gentes te admiren cubierto de sangre humana, gritarán á coro: «¡Este es un verdadero héroe!» »Si alguna vez deseas un territorio, lo primero que harás será apoderarte de él por la fuerza, exterminando á todos los que intenten resistirse en nombre de sus antiguos derechos.

...Y á estas horas gritarán de entusiasmo lo mismo que los de aquí, creerán de buena fe que van á defender su patria provocada, querrán morir por sus familias y hogares que nadie ha amenazado. ¿Quiénes son esos, Tchernoff? preguntó Argensola. Le miró el ruso fijamente, como si extrañase su pregunta. Ellos dijo lacónicamente. Los dos le entendieron... ¡Ellos! No podían ser otros.

Hay multitud de tontos a quienes no se puede arrancar de la cabeza lo del mejor de los códigos; hay algunos solemnes pillos que por malicia y por tener poder ante la canalla, gritarán, si les dejan, constitución o muerte; hay el grupo de los anilleros o de los sabios, que reniegan de todo si no les dan las dos Cámaras con Carta, a la francesa, y aun creo que alguien quiere que haya tres Cámaras, por no parecerle bastante dos.