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Después que hubo contestado a mi alegre mirada con otra del mismo género, sus ojos procuraron no encontrarse con los míos, y entonces pude observar bien la tristeza, el recelo y el inexplicable temor de que estaba poseído.

El nuevo Provincial y Secretario procuraron fomentar con todo esfuerzo la conversión de nuevos infieles, á que cooperó como siempre el señor gobernador de la provincia D. Esteban de Urizar.

Salieron con sus familias, lo mas precioso que pudieron cargar; con las armas en las manos marcharon, defendiéndose de sus enemigos, y sin mayor daño llegaron á la península, la que procuraron reforzarla, y despues de algunos dias de descanso, hicieron una salida, vengaron en los enemigos su agravio, pues dejaron el campo cubierto de cadáveres, volviendo á la isla no solo con porcion de ganado, sino con cuanto los indios poseian, y continuaron fortaleciéndola.

Todos son buenas personas dijo Pablo con gran candor ; pero mi prima a todos les lleva inmensa ventaja.... ¿Y la Nela?, por Dios, ¿no traen a la Nela? Dijéronle que su lazarillo no parecía por la casa, ni podían ellos ocuparse en buscarla, lo que le causó grandísima pena. Procuraron calmarle, y como era de temer un acceso de fiebre, le acostaron, incitándole a dormir.

No por eso perdieron nuestros Misioneros las esperanzas de reducirlos; antes mientras más oposición hacía el demonio, se azoraban más á quitar de sus garras infernales estas almas. Procuraron luego de dar forma, cómo volver á reducirlos.

A las órdenes de Tiburcio, Morsamor destacó cien hombres de los más audaces, que con astucia diabólica lograron penetrar en el apartado edificio donde se guarecían caballos, elefantes, cornacas y guardias. Ningún aviso había llegado hasta allí. Sin sospecha ni recelo, dormían todos. Y si bien acudieron a las armas y procuraron defenderse, fue con tal aturdimiento y desorden, que les valió de poco.

La noticia de esta pelea procuraron obscurecerla, encomendando con pena de la vida su sigilo, para que no llegára á nosotros. El camino de menos rios, aunque mas dilatado, para aquellas dos ciudades, es el que llamamos de los Llanos, por donde marchó nuestra tropa hasta el rio Bueno.

Los buenos cristianos empezaron á ejercitar tan puntualmente la lección que se les dió, que por no traspasarla aún levemente, se dejaban hacer pedazos de los bárbaros, por lo cual fué necesario explicarles lo que podían hacer si fuesen acometidos para que no sucediese en adelante lo que sucedió á unos indios de la Reducción de San Joseph, que yendo en busca de las Salinas dieron en una Ranchería de infieles; entraron en ella sin armas, desplegado sólo el estandarte con la imagen de Nuestra Señora, y con palabras suaves y corteses procuraron domesticar la fiereza de los moradores; pero éstos, mirándolos con malos ojos, dieron sobre ellos como tigres é hicieron en ellos tan cruel estrago, que sólo un indio con dos muchachos pudo escapar con vida.

Un tío, que le servía de tutor y curador, se la confío a las monjas, quienes, sabedoras de la riqueza de la niña, procuraron ante todo despertar en ella vocación religiosa; mas persuadidas pronto de que no era catequizable, pusieron gran empeño en educarla de modo que su ilustración y buenos modales redundaran en honra del convento.

En tiempo de los jesuitas pudieron los indios de San Javier aprisionar uno de estos indios, y lo trajeron al pueblo, en el que procuraron agasajarlo con la suavidad del trato; pero nada bastó para que depusiese su ferocidad, en la que permaneció sin querer tomar alimento ni hablar una palabra, hasta que murió.