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Actualizado: 6 de septiembre de 2025
Y para no quedar mal nos vimos obligadas a reunir cada día todas las monedas que había en la casa, y registrarle los bolsillos a Eduardo, hasta conseguir poco a poco llenarla. Pero lo más grave es, para mí, que viviendo en esta forma una no tiene oportunidad de conocer mozos y hallar alguno a quien querer.
Le hago falta a mi buen doctor dijo Maltrana . Se está aburriendo con la charla de las señoras... Yo también siento la falta del magnífico cigarro que seguramente me guarda... ¿Usted sale a la cubierta, Ojeda?... Voy en busca del tributo. Al aproximarse al doctor, éste pareció despertar, al mismo tiempo que rebuscaba en los bolsillos de su smoking.
La contempló Narcisa, ceñuda, como indagando de dónde había sacado «aquello»; pero ella se apresuró a depositar el tesoro en los hondos bolsillos de Andrés, prometiéndole: Ya te daré más..., mucho más.... Andrés se olvidó de Carmencita.
Accedió el coloso, sonriendo al pensar en la inutilidad de dicho registro. Además, el catedrático quiso hacerle admitir como un gran honor el hecho de que iban á ser las hermosas muchachas de la Guardia las que huronearían en sus bolsillos, en vez de aquellas hembras feas de la policía á las que había hecho pasar un mal rato.
A la tarde, Ben Zayb, con los bolsillos llenos de revólvers y cartuchos, fué á visitar á don Custodio, que encontró trabajando de firme en un proyecto contra alhajeros americanos. Murmuró al oido del periodista, en voz quedísima y entre las dos palmas de la mano, palabras misteriosas. ¿De véras? preguntó Ben Zayb llevándose las manos á los bolsillos, mientras palidecía visiblemente.
Y ¿para qué? exclamaba el pobre don Santiago, devorándose las lágrimas y paseando maquinalmente alrededor de su cuarto, con las manos en los bolsillos del pantalón, y el gorro de panilla azul caído sobre el entrecejo.
Fue el caso que don Alejandro Bermúdez, olvidado ya de que había guardado en uno de sus bolsillos el periódico que le habían entregado al salir de misa primera, topó con él a media mañana; y por casualidad, al desdoblarle, quedó ante sus ojos la cuarta plana, como pudo haber quedada la primera.
Gastadora de bolsillos, destructora de saludes, envenenadora de almas y perdimientos de cuerpos. Acostumbrada á la vida alegre, desvergonzada y serena, haciendo gala del sambenito y pregonándose á voces. ¡Oh! ¡es verdad! ¡qué vergüenza!
Comió varias galletas y un pedazo de chocolate encontrados en sus bolsillos y acabó por tenderse, reconociendo que este lecho algo duro no le privaría del sueño. Iba á dormirse, cuando notó algo extraordinario en torno de él. Adivinaba la proximidad invisible de pequeños animales de la noche, atraídos sin duda por la novedad de su presencia.
Una máquina-grúa ha ido extrayendo de sus bolsillos una porción de objetos disparatados, cuyo uso pude yo adivinar gracias á mis estudios minuciosos de los antiguos libros, pero que es completamente ignorado por la masa general de las gentes.
Palabra del Dia
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