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Actualizado: 6 de junio de 2025


Yo creo que todos los concurrentes al Casino debiéramos tomar ejemplo de los empleados, y no penetrar nunca en las salas de juego con nuestros trajes de costumbre. En vez del smocking, debiéramos ponernos también, para ir al Casino, unos trajes desprovistos de bolsillos. De este modo no se nos ocurriría nunca ganar el dinero de la banca y nos ahorraríamos el nuestro.

Todas las mujeres, con sus capuchones negros, cruzaron por delante de nosotros, en procesión, hacia casa de la abuela, y tras ellas fueron saliendo los señores, con su sombrero de copa, y los marineros y la gente pescadora, con los trajes de paño y las manos metidas en los bolsillos del pantalón. Por la noche, la Iñure me aseguró de nuevo que mi tío Juan no había muerto.

No tiene el Círculo Rojo socios tan opulentos como el Casino de Industriales y la Sociedad de Amigos; pero sóbrale alma y desprendimiento, cuando la ocasión lo requiere, para sangrarse los bolsillos, empeñarse, si es preciso, hasta los ojos y salir con color y presentar una mesa que no le avergüence.

Se atusaba el bigote y abría los ojos desmesuradamente lo mismo que él cuando estaba distraído; hacía ademán de meterse las manos en los bolsillos, y se encogía de hombros para remedarle cuando iba paseando; contrahacía su risa, su modo de andar y sentarse, la forma de llevarse el cigarro a la boca.

Y le llenaba los bolsillos de duros, de pesetas, de toda la plata enmohecida por el encierro, reunida lentamente en el curso de los años. Cuando creyó haberle dado bastante, le sacó de la viña. ¡A correr! Aún era de noche y podían pasar por fuera de Jerez sin que les viesen. El viejo tenía su plan. Había que buscar a Rafael en Matanzuela.

La ventana estaba abierta, y doña Lupe la cerró para que el pobrecillo no se constipase, pues una cosa es la salud y otra la justicia. Venía el delincuente con las manos en los bolsillos y una gorrita escocesa en la cabeza, las botas nuevas y la ropa de dentro de casa, tan mustio y abatido que era preciso ser de bronce para no compadecerle.

Dió el rey un abrazo á este buen baylarin, y le nombró su tesorero: todos los demas fuéron justamente castigados y multados, porque miéntras que habian estado en la galería, habia llenado cada uno sus bolsillos, y apénas podia dar paso.

Llegaron también varios periodistas a caza de noticias, lápiz en ristre y reparos a la espalda, y fueron muy bien recibidos, dignándose la misma Currita darles noticias del suceso. Pedro López, el cronista de los salones elegantes, que acudía a comidas y saraos con los bolsillos del frac forrados de hule para poderse llevar a mansalva dulces y emparedados, estuvo admirable.

Yo me decidí a intentar bailar el fandango al son del tamboril; pero, como no sabía mover los pies, hice que se rieran de las mujeres y los hombres. ¡Bravo, Shanti! ¡Bravo! me gritaban los viejos pescadores, que se acercaron a mirarme todos en fila, con las manos metídas en los bolsillos del pantalón. Creo que estoy bailando como un lobo de mar le dije a Mary. Ella no pudo contener la risa.

Tenía verdaderamente una fisonomía atrayente y aun estando pálido, con los ojos cerrados y la frente cubierta con una compresa, resultaba sumamente agradable. Herminia, que iba y venía por la habitación, encontró sobre una silla, en desorden, la ropa del desconocido. Creyó que debía arreglarla y estaba haciéndolo cuando cayó una carta de uno de los bolsillos.

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