United States or Cambodia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Dos curas se acercaron humildemente al Magistral.... Eran de la aldea; también ellos querían saber si los expedientes de mansos....

¿Qué es eso? se apresuraron a preguntarle su madre, su novia y las personas que se le acercaron corriendo . ¿Qué te pasa? ¿Te sientes indispuesto? , me siento mal. Y al levantar la cabeza dejó ver un rostro tan pálido que su madre dio un paso atrás, aterrada. , me siento mal, ¡muy mal! Apenas había pronunciado estas palabras una ola de sangre se escapó de su boca.

Por la parte en que estaba la trinchera de Santa Rosa, que mandaba D. Juan de Cáceres, repitieron segunda vez el ataque, sin haber sido bastante á su escarmiento el vivo fuego que se les hizo, y la muerte de muchos que esperimentaron en el primero: antes bien, mas obstinados y feroces se acercaron á ella, y lograron forzarla, rechazando á los que la defendian, haciéndolos retirar apresuradamente, sin que las animosas razones, ni el ejemplo del oficial que los mandaba, fuesen bastantes para detenerlos, y recordarles su obligacion.

Y en el mismo momento Luisa comenzó a sollozar, mientras que en la amplia sala se levantaba un ruido ensordecedor. Todos los amigos se acercaron al recién llegado, con el señor Juan Claudio al frente, gritando: «¡Gaspar! ¡Gaspar Lefèvre

Allí el pobre coloso creyó poder vivir tranquilo, no suponiendo que los hombres fuesen tan locos que lo persiguieran hasta en aquellas apartadas regiones. La pobre ballena dormía muy sosegada, cuando nuestros atolondrados héroes se acercaron á ella cautelosamente.

Apénas llegó á la posada, le acometió una ligera enfermedad originada del cansancio; y como llevaba al dedo un enorme diamante, y habian advertido en su coche una caxa muy pesada, al punto se le acercáron dos doctores médicos que no habia mandado llamar, varios íntimos amigos que no se apartaban de él, y dos devotas mugeres que le hacian caldos.

Tan anhelantes estaban las dos, que se acercaron a la puerta de la alcoba por ver si pescaban alguna sílaba de lo que el padre y el hijo hablaban. Pero no se percibía nada. La conversación era sosegada, y a veces parecía que Juan se reía. Pero estaba de Dios que no pudieran salir de aquella cruel duda tan pronto como deseaban.

Enrique y Miguel se miraron consternados; mas sacando fuerzas de flaqueza, se acercaron a Vicente, el primero de los hijos varones del Sr. de Rivera, y se pusieron a examinar atentamente la cadena de reloj que recientemente le había comprado su papá. Tenía Vicente tres años más que Carlos; esto es, trece; pero semejaba tener diez y seis por la estatura, y treinta por su extraordinaria gravedad.

¿Quién sabe la horrible tragedia que hubiera acaecido en Sarrió, si al cabo de un rato bastante largo de hallarse estos varones así detenidos en su camino, no se hubiesen reconocido? ¿Sería usted tal vez don Feliciano?... ¿Sería usted don Pedro? ¡Don Feliciano! ¡Don Pedro! Y se acercaron corriendo y se estrecharon las manos con efusión.

Después de haber caminado cien leguas descubrimos tres canoas con cuatro hombres que, vogando á toda fuerza de remos, se nos acercaron insinuando que querían hablarnos; el uno era Payaguá y los otros Guaranís, cristianos antiguos, que saltando ligeramente en nuestra barca, dijeron resueltamente que se querían quedar con nosotros, aunque les pesase á sus caciques.