Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 6 de junio de 2025


Cincuenta años después le habéis visto en las calles de Madrid desfigurado por el medio siglo; pero siempre distinguiéndose muy bien por la prolongación longitudinal de su persona; le habréis visto siempre flaco, siempre amarillo, pero antes atrabiliario que jovial, marchando aprisa con los bolsillos de un como redingot gris llenos de libros viejos, con su sombrero de hule hecho a las injurias de aguas y soles; y si por acaso dirigisteis vuestros pasos a la Alberquilla, dehesa próxima a Toledo, le veríais allí sepultado en una biblioteca, donde le devoraba, como a D. Quijote la caballería, la estupenda locura de los apuntes; le veríais encerrado semanas enteras, sin tomar otro alimento que el modestísimo de una diaria ración de sopas de leche.

El punguista como en lenguaje de ladrones se llaman los pick-pockets, o sea, hablando en español, los limpiadores de bolsillos es el más artista de todos los ladrones, y mira con cierto desdén a sus congéneres, a los cuales desprecia soberanamente..., tanto como puede despreciarlos un hombre honrado.

No podía resignarse a dejar el buque sin hablar con él por última vez, sin decirle adiós. Y Fernando, emocionado por el tono de humildad con que hablaba esta mujer, sacó las manos de los bolsillos buscando las suyas. ¡Mina!... ¡Brunilda adorada!... De su existencia en medio del Océano, ella iba a ser el único recuerdo que permanecería en pie.

Fernandito, con las manos en los bolsillos del pantalón, daba pataditas en el suelo, diciendo tímidamente: Estoy fastidiado... ¿Sabes, Curra?...

Ahora son nuestros amos; pero mañana ¡quién sabe!» Y se pasean callados, a paso igual y triste, sin sorprenderse de nada, aprendiendo lo que no saben, con las manos en los bolsillos de la blusa: de la blusa azul, sujeta al cuello con un botón de cristal amarillo: y por zapato llevan una suela de cordón, atada al tobillo con cintas.

Era ese Godfrey, que antes daba tantas esperanzas, el que estaba con las manos en los bolsillos de su saco y la espalda vuelta al juego, en el salón de obscuro artesonado, un día de noviembre de este decimoquinto año de la residencia de Silas Marner en Raveloe.

Pero si antes le costaba trabajo concentrar su atención, ahora le fué del todo imposible; de tal suerte, que á los pocos minutos dejó la pluma descansar, metió las manos en los bolsillos y se recostó en la silla, quedando inmóvil con los ojos en la pared.

No había allí otra persona que el señor Pinilla, que se paseaba muy agitado con las manos metidas en los bolsillos y el sombrero enterrado hasta los ojos. ¡Hola, amiguito! dijo al ver á Lázaro. ¿Cómo usted por aquí á estas horas? Busco á mi tío. ¡Ah! No le hallará usted. Está en una parte ... Ya yo dónde está. Está donde entran pocos. ¿No vendrá esta noche?

Estas ambiguas palabras les puso aún más inquietos. D. Pantaleón sacó de los profundos bolsillos de su gabán un compás de gruesos y le midió la longitud de la cabeza. Luego leyó en voz baja los milímetros a Moreno, el cual torció el hocico. Tomó después el ancho, y su resultado tampoco les satisfizo. En ambos iba creciendo la inquietud.

En verdad ella también creía sentir que Laura era su única amiga. En ese momento la imagen de Julio pasó por su espíritu, primero en la actitud inmóvil con que escuchara, las manos en los bolsillos, como si estuviera solo, la conversación sobre la abuela, y luego su cara de ingenuidad y de dolor, mientras empapaba su pañuelo en agua de colonia. ¡Cómo lo adoró, en ese instante!

Palabra del Dia

cabalgaría

Otros Mirando