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¿Por qué? ¿Porque soy su hermano?... No crea usted que influye tanto en mi juicio esa circunstancia; la juzgo desapasionadamente, como un extraño... como un joven a la moda añadió devolviendo irónicamente a su madrastra el calificativo que le había dado.

No fue ésta todavía su sepultura última, porque por una extraña coincidencia de circunstancias no premeditadas, parecía que la tierra tomaba, devolviendo y volviendo a tomar a su vez, aquellos restos tan venerados y queridos, que parecía no haber medio de desasirnos de ellos, disputándolos hasta la misma tumba.

Toma vanidad, toma lustre». Incapaz Isidora de desarmar a su verdugo, aunque lo intentó devolviendo cólera por cólera, hubo de rendirse al fin, y sucumbió diciendo con gemido: «Por Dios, tía, no me pegue usted más». En sus veinte años, Isidora tenía menos fuerza que la sexagenaria Encarnación.

Jurada en 1821 la Independencia del Perú, el Cabildo de Lima pasó al generalísimo don José de San Martín un oficio, por el cual la ciudad le hacía el obsequio del estandarte de Pizarro. Poco antes de morir en Boulogne, este prohombre de la revolución americana hizo testamento, devolviendo a Lima la obsequiada bandera.

El ardoroso sol de los últimos días primaverales inundaba todo el jardín, engendrando sombras enérgicamente proyectadas que dibujaban en la arena formas extrañas. El movimiento y los ruidos iban devolviendo animación a la casa.

Pedí un caballo, y en compañía de Federico de Tarlein recorrí la gran avenida del parque real, devolviendo todos los saludos con la mayor cortesía.

En este mar sombrío y caliente estaba el corazón del Océano, el centro de la vida circulatoria del planeta. El cielo era un regulador que, absorbiendo y devolviendo, equilibraba la evaporación. De allí se expedían las lluvias y los rocíos á todo el resto de la tierra, modificando sus temperaturas favorablemente para el desarrollo de animales y vegetales.

Sentía que su mente giraba en una vorágine de negrura, y escuchaba dentro de su cerebro el ladrido de las potencias tenebrosas de la venganza; no viendo sino una sola idea, una sola necesidad, una sola justicia: ¡el exterminio, la muerte! Tomó, sin embargo, sin poder resistirlo, el nuevo beso de Beatriz, devolviendo aquella caricia con una mordedura salvaje.

Al pasar el coche por las inmediaciones de La Campana, vieron los toreros una gran masa de gente popular con los garrotes en alto, vociferando en actitud sediciosa. Los agentes de policía, sable en mano, cargaban contra ellos, recibiendo palos y devolviendo mandobles. El Nacional se levantó del asiento, queriendo echarse abajo del carruaje. ¡Ah, por fin! ¡Llegaba el momento!...

Hacía crujir una uña entre sus dientes con enérgica expresión negativa, y luego iba devolviendo sus preguntas al recién llegado, cuya vida ignoraba más allá de sus aficiones al toreo. ¿Y la familia de usté, güena también?... Vaya, me alegro. Siéntese y tome argo.