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Y después de haberle besado las manos por tan gran beneficio, le dije que me diese licencia de ir a buscar a mi hermana Auristela, de quien tenía noticia que estaba en poder del rey de Dinamarca.

Uno he visto aquí dijo don Cleofás , entre los demás compañeros, que le he deseado cruzar la cara, porque me galanteó en Alcalá una doncella, moza mía, que se enamoró dél viéndole hacer un rey de Dinamarca.

Un Príncipe de Dinamarca, que con nombre supuesto se dirige á la corte del Rey de Polonia para enamorar á su hija; la pasión de esta Princesa por un mancebo particular, que penetra en palacio disfrazado de caballero y mata á cierto Príncipe en un torneo, persiguiéndole el Rey por esta causa, y ocultándole la Princesa en su gabinete; encuentros nocturnos y desafíos; por último, el descubrimiento de que el presunto galán labrador es también un Príncipe, son los elementos manejados para el teatro, con molesta repetición por los autores anteriores, y que por lo mismo no ofrecen aliciente ni interés alguno, tan conocidos y tan gastados.

No sólo las grandes cumbres de los Alpes eran adoradas como mansión de los dioses y por si mismas, sino que, hasta en las llanuras del Norte de Alemania y de Dinamarca, colinitas que elevan sus lomas por encima de los páramos uniformes, eran Olimpos no menos venerados que lo era el de Tesalia para los griegos.

Allí se ve, en miniatura de cera, a los chinos observando en su torre los astros del cielo; allí está el químico Lavoisier, de medias de seda y chupa azul, soplando en su retorta, para ver como está hecho el pedrusco que cayó a la tierra de una estrella rota y fría; allí, entre las figuras de las diferentes razas del hombre, están sentados por tierra, trabajando el pedernal, como los que desenterraron en Dinamarca hace poco, cabezudos y fuertes, los hombres de la edad de bronce.

Las familias huían al monte al ver en lontananza a los representantes del rey; los pueblos quedaban desiertos y caían en ruinas. El hambre entraba hasta en el palacio real, y Carlos II, señor de España y de las Indias, no podía algunos días dar de comer a la servidumbre. El embajador de Inglaterra y el de Dinamarca tenían que salir con criados armados a buscar pan en las cercanías de Madrid.

Lope, según la expresión de Sancho Panza, tiene siempre á mano el reino de Dinamarca ó de Sobradisa, que le vienen tan de molde como anillo al dedo, y destroza con portentosa presteza á los emperadores de Trebisonda ó á los tiranos de la Albania.

La latitud de 52 grados y minutos, al polo, aunque es clima muy frio, no puede compararse con la situacion de Suecia, Dinamarca y Rusia, que por estar á mas de 70, no dejan de tener terrenos fértiles y abundantísimos.

A lo que uno me respondió: "Esas mujeres pescadoras que dices las vendió nuestro capitán, que ya es muerto, a Arnaldo, príncipe de Dinamarca."

A costa del cardenal Alfonso y del infante de España, en los Países Bajos, se presentaron en Antuerpia con pomposos aparatos escénicos y comedias: el rey de Dinamarca, padre del que hoy reina, mantenía á su servicio una compañía de actores ingleses, que le recomendó el señor conde de Leicester: el duque de Brunswick y el Landgrave de Hesse tienen en sus cortes otros, también ingleses, y notables en su clase.