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19 Y se llegaron a aquel varón que presidía en la casa de José, y le hablaron a la entrada de la casa. 20 Y dijeron: Ay, señor mío, nosotros descendimos al principio a comprar alimentos; 23 Y él respondió: Paz a vosotros, no temáis; vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os dio el tesoro en vuestros costales; vuestro dinero vino a . Y sacó a Simeón a ellos.

Sólo ella es capaz de tanta rabia dijo Alejandro contemplando con ira el arco y levantando el puño en señal de amenaza. Atravesamos la plaza y descendimos al Bajo por la calle de Rivadavia. Una inmensa turba, compuesta de gente de todas menas, llenaba la vereda y la calle, y se agolpaba contra la baranda de hierro de la muralla que da sobre el río. Todos miraban el horizonte.

Cuando descendimos a Bodegas y pedí noticias de mis elementos de transporte, se me contestó que probablemente estarían en los potreros de Río Seco, pues a orillas del río no había punto donde hacerles pastar.

Volvimos á ganar á través del enmarañado soto, el sendero trazado en el bosque y descendimos hacia el río. Antes de marcharme dijo la joven quiero mostrarle la catarata, tanto más, cuanto que á mi turno pienso proporcionarme una pequeña diversión. ¡Ven, Mervyn! ¡Ven, noble perro mío! ¡Qué bello eres, eh! Muy luego nos hallamos en el ribazo frente á los arrecifes, que bordean el lecho del río.

Cástel. Mayenza. Las riberas del rio. Una hija de la pérfida Albion, á bordo de un vapor y en tierra. Al volver de Wiesbáden á la márgen derecha del Rin, descendimos del tren en Cástel ó Kastel, pequeña localidad que sirve de cabeza al puente de barcas echado sobre el rio, llenando una funcion análoga, respecto de Mayenza, á la que corresponde á Kehl respecto de Estrasburgo.

Despues de atravesar risueñas campiñas regularmente cultivadas, descendimos del coche para bajar á pié por un sendero montuoso, entre bosques de avellanos y hayas, hasta la cima de un enorme peñasco de caliza estratificada, abrupto y severo, que domina la márgen derecha del Sarina. Es en el seno de ese peñasco que se encuentra la gruta.

En honor de mi compañero de paseo y para hacer justicia á su elocuencia, debo recordar una circunstancia. El poeta catalán batió la brecha con calor. Cuando descendimos del wagon en Aranjuez, la hermosa rebelde estaba convertida...ó parecia estarlo; pero el poeta predicador no habia dado ni un solo paso fuera del camino de las galanterías.

De modo que cuando al caer de la tarde descendimos rápidamente al pueblecito arcadiano de Wingdam, resolví no pasar adelante y salí del carruaje en un estado dispépsico insoportable.

Todavía acompañados por nuestro consabido pastor vaudense, que hacia la peregrinacion á pié con su hija, descendimos del «Hospicio», muy paso á paso, para ir á contemplar de cerca la nevera, que tiene allí como 550 metros de latitud.

En Flüelen descendimos del vapor que nos habia llevado desde Lucerna del un extremo al otro del magnífico lago.