United States or Afghanistan ? Vote for the TOP Country of the Week !


Para obviar ambos defectos, el actor necesita tener presente que la perfección suma de su arte es «la naturalidad». El actor que, sabiendo de memoria su papel, lo diga, no como quien «repite», sino como quien «improvisa», esto es, hablando desenfadadamente unas veces, tartamudeando otras, según acontece en la vida, habrá conseguido darnos la sensación de la realidad.

Nuestras entrevistas eran raras y cortas. Su marido era celoso y la vigilaba de cerca. Podíamos muy bien darnos algunas citas por los medios más vulgares. Pero todo lo que era vulgar, todo lo que hubiese podido degradar nuestro amor, nos repugnaba igualmente a ambos... Los meses se pasaron en este encantamiento y en esa contrariedad.

Ejemplo de esta variedad de sus formas: Por darnos gusto á los que deseábamos contemplar, no sólo monumentos artísticos, sino también cuadros poéticos, la expedición se trasladó desde aquel pasaje de tan majestuosa perspectiva, á otro lado de los barrios muertos de la ciudad, bastándonos para ello andar muy pocos pasos.

Quizás desconfíen... Una cosa es hacer caridad, y otra prestar dinero... y no salimos del paso con menos de diez duros... ¿Qué dijo ese bruto de Gabino? ¿que volvería mañana a darnos otro escándalo?... ¡Canalla, ladrón... que todo lo vende adúltero!... Pues, , es cosa de diez duros, y no si D. Romualdo... Por él no quedaría; pero su hermana es puño en rostro... ¡Diez duros!... Voy a ver... Pero no extrañe la señora que tarde un poco.

¡Aquella avalancha puso perplejo al dueño de casa que nos declaró le era imposible darnos comodidades, pero que, si hubiéramos avisado!... La gran pieza comunicaba por una puerta, a la derecha, con una especie de pulpería donde una mujer, con la mejor voluntad del mundo, despachaba una cantidad inconcebible de tragos.

Todo lo que podemos hacer es tener confianza, maese Marner, y cumplir con nuestro deber, tanto como nos sea posible. Ahora bien: si nosotros que ignoramos tantas cosas estamos en condiciones de darnos cuenta de que existen algún bien y alguna justicia, estemos seguros de que hay más bien y más justicia de las que somos capaces de concebir: y siento en misma que no puede ser de otro modo.

Ese debe ser, ciertamente, nuestro consuelo. Ahora, para experimentar en toda su intensidad este consuelo, es preciso hacer un esfuerzo por llegar a una determinada altura moral y mental; porque es preciso darnos cuenta de que ese renacimiento y ese bienestar que mañana nos esperan, tal vez no los gozaremos nosotros; los gozarán tan solo los que vengan detrás de nuestra generación. ¿Qué importa?

Fortunata no gustaba de este tópico; pero no tenía más remedio que aceptarlo. Una noche lo acogió con verdadero entusiasmo, porque llevaba a él una felicísima idea que aquel día había tenido. «Mira dijo a su esposo ; si Dios no quiere darnos una criatura, él se sabrá por qué lo hace. Pero podemos adoptar uno, buscar un huerfanito y traérnosle a casa.

Siempre el mismo ru, ru... ¡llega á marear! ¿No observas con qué gravedad murmura esta gran culebra?... Parece un maestro que nos está sermoneando, sin cansarse jamás de darnos consejos... Escucha ahora sin embargo... ¡Qué notas de flauta tan hermosas!... Ya vuelve al ru, ru... Otra vez la flauta... Parece que interrumpe su sermón para hacernos una caricia...

Pasó muy gallardo y tieso en un caballote grandísimo, y saludó y dio varias vueltas, parando el caballo y haciendo mil monerías. Agitaba Obdulia su pañuelo, y Doña Paca, en la efusión de su amistoso cariño, no pudo menos de gritarle desde arriba: «Por Dios, Frasquito, tenga mucho cuidado con esa bestia, no vaya a tirarle al suelo y a darnos un disgusto».