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No, sobrino contestó éste . No se ve ni un ser viviente. ¿Estamos cerca de la bahía? La tenemos seis millas delante de nosotros, Hans. ¿Estás seguro de no engañarte, tío? ¿Un hombre de mar como yo equivocarse?... Vine aquí el año último a pescar el trépang, y no he olvidado la bahía. ¿Y por qué observas tan minuciosamente la costa?

Camilo vuelve una y otra vez sobre las admirables páginas, y ora derrama lágrimas de ternura, ora centellea en sus ojos el mas vivo entusiasmo. «Esto es inimitable, exclama, es imposible leerlo sin conmoverse profundamente! ¡qué belleza de imágenes, qué fuego, qué delicadeza de sentimientos, qué propiedad de expresion, qué inexplicable enlace de concision y abundancia, de regularidad y lozanía!» «¡Oh! , le contesta Eustaquio, esto es muy hermoso; ya nos lo habian dicho en la escuela; y si lo observas, verás que todo está ajustado á las reglas del arte

Pero mujer, ¿cómo quieres que sepa...? Si en su vida ha visto él un tenedor... Pero ya aprenderá... ¿No observas lo listo que es? Villuendas entró con las figuras. «Vaya, a ver si estas se salvan de la guillotina».

Tan imprudente, ¡!... ¿Pero no observas qué afán tiene de hablar aparte con él, el placer que experimenta cuando todo el mundo la ve colgada de su brazo?... No me digas nada... Ya , ya que es pura vanidad. Toda su vida ha tenido el mismo carácter orgulloso y fantástico. Aunque no quieras convenir en ello, bien lo sabes.

Después de unos instantes de silencio Clara prosiguió: Nada me respondes; nada observas; te callas; reconoces que soy un monstruo. Será amor de otro género, será un sentimiento indefinido, que carece de nombre en la clase é historia de las pasiones; pero yo quiero á tu tío y le quiero por esa misma pintura con que mi madre ha procurado que yo le aborrezca.

Siempre el mismo ru, ru... ¡llega á marear! ¿No observas con qué gravedad murmura esta gran culebra?... Parece un maestro que nos está sermoneando, sin cansarse jamás de darnos consejos... Escucha ahora sin embargo... ¡Qué notas de flauta tan hermosas!... Ya vuelve al ru, ru... Otra vez la flauta... Parece que interrumpe su sermón para hacernos una caricia...

¡Ciego, ciego! ¿No ves la palidez de esa niña? ¿No observas el estremecimiento doloroso que corre por su cuerpo? ¡Mira que va a caer! ¡Corre, corre a sostenerla!...