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Don Juan vendrá á verte; eres demasiado hermosa para que no vuelva; don Juan sabe que le amas... y querrá hacerte su querida. ¡Oh! exclamó Dorotea. A nadie le desagrada el que le amen dos hermosísimas mujeres. Don Juan vendrá, pretenderá engañarte... Le despreciaré. No, no le desprecies; desespérale. ¡Desesperarle! ¿y cómo?

podías engañarte... ¡Pero yo!... yo, tu madre, tu consejera, tu guía; instruida por la vida. ¡Ah, cuán culpable he sido! ¡Cuán culpable en no haber elegido mejor para ti! Para ti tan digna de ser feliz, ¡pobre hija mía!... A ti, que eres tan honesta, ve a donde te he conducido. Pero soy siempre digna, madre mía dijo Juana, distraída. Repentinamente, mostrole con el índice la esfera del reloj.

No quieras engañarme ni engañarte a ti mismo... Tengo fina la mirada y veo claras las cosas... Si has tomado con tanto empeño este asunto, no ha sido por los hermosos ojos de los usuarios de Val-Clavin, sino por los de la señora Liénard. Mamá interrumpió Simón ruborizándose un poco, calla, te lo ruego... ¿Por qué dices eso?...

Quise facilitarla el camino adelantándome a ella. Te engañas, Amparo la dije yo no soy feliz, bajo el punto de vista que crees. ¡Oh! , ; yo no me engaño me respondió. Pues te has estado engañando hasta ahora; por mejor decir, yo he sabido engañarte. ¡! -. ¡Cómo! no has conocido mis celos. ¡Tus celos! ¡amas acaso! , con toda mi alma, con toda mi fe, con todo mi entusiasmo.

¿Estás segura de que es á ver á tu profesor de canto á donde vas? Mi acento, mi actitud y mi palidez la turbaron repentinamente. Retrocedió un paso y balbuceó: ¿Pero qué me preguntas? ¿Por qué había de engañarte?

Si no pienso engañarte... Lo que Amalia me ha dicho afirmó Jacinta con súbita ira, llena de dignidad, poniéndose en pie y afianzando con un gesto admirable su aseveración , es verdad. Yo digo que es verdad y basta. Grave y mirándola a los ojos, el anarquista replicó en tono muy seguro: «Bueno, pues es verdad. Yo te declaro que es verdad». ii

No, sobrino contestó éste . No se ve ni un ser viviente. ¿Estamos cerca de la bahía? La tenemos seis millas delante de nosotros, Hans. ¿Estás seguro de no engañarte, tío? ¿Un hombre de mar como yo equivocarse?... Vine aquí el año último a pescar el trépang, y no he olvidado la bahía. ¿Y por qué observas tan minuciosamente la costa?

A ti, que todo lo penetras, ¿cómo he de intentar engañarte? Pero, francamente, mis chistes y agudezas, mis habilidades, mis talentos de sociedad, todo queda deslucido sin algo de filosofía. La filosofía se ha puesto en moda entre las señoras de los círculos aristocráticos, a quienes sirvo, pretendo y tal vez enamoro. Me falta este charol; dámele, y seré irresistible.

MANRIQUE. ; yo no debía engañarte por más tiempo... Vete, vete; soy un hombre despreciable. LEONOR. Nunca para . MANRIQUE. Eres noble, y yo, ¿quién soy? Ya lo sabes. Vete a encerrar con tu orgullo bajo el techo de tus padres. LEONOR. ¡Con mi orgullo! te gozas, cruel, en atormentarme. Ten piedad... MANRIQUE. Pero soy libre y fuerte para vengarme... Y me vengaré... ¿Lo dudas?

No quiero decirte que eres para la felicidad, porque la felicidad no existe y yo no he de engañarte, pero lo que te afirmo es que por ti puede ser digno de un espíritu noble preferir la vida a la muerte.