United States or Gabon ? Vote for the TOP Country of the Week !


Lo admito entre nosotros, en la intimidad, dijo Vesín riéndose; pero en público no lo admitiría de ningún modo. que se representa á la justicia con una benda en los ojos, pero ese disfraz es un accesorio que no tiene valor más que para los poetas. La justicia, que es, en suma, un poder arbitrario, debe ser inmutable é infalible, pues de no ser así no sería posible aceptarlo.

Yo te lo agradezco, porque comprendo cuán sincero era aquel sacrificio; pero no quiero aceptarlo.... Dicen que yo fuí héroe en cierta ocasión; pues aquello de Boteros es tortas y pan pintado en comparación de este arranque de energía que acabas de ver, hija mía, porque esto me ha costado más luchas, porque yo también hacer un sacrificio.

Y aquel dolor de vivir sin cariño, y sin derecho para inspirarlo ni aceptarlo, puesto que estaba ligado a una mujer a quien no amaba; aquel dolor que no dormía, ni tenía paces, ni le quería salir del pecho, y le tenía la fantasía como apretada por serpientes, lo que daba a todo su música un aire de combate y tortura que solía privarla del equilibrio y proporción armoniosa que las obras durables de arte necesitan; aquel dolor, en un espíritu hermoso que, en la especie de peste amatoria que está enllagando el mundo en los pueblos antiguos, había salvado, como una paloma herida, un apego ardentísimo a lo casto; aquel dolor, que a veces con las manos crispadas se buscaba el triste músico por sobre el corazón, como para arrancárselo de raíz, aunque se tuviera que arrancar el corazón con él; aquel dolor no le dejaba punto de reposo, le hacía parecer a las veces extravagante y huraño, y aunque por la suavidad de su mirada y el ardor de su discurso se atrajese desde el primer instante, como un domador de oficio, la voluntad de los que le veían, poco a poco sentía él que en aquellos afectos iba entrando la sorda hostilidad con que los espíritus comunes persiguen a los hombres de alma superior, y aquella especie de miedo, si no de terror, con que los hombres, famélicos de goces, huyen, como de un apestado, de quien, bajo la pesadumbre de un infortunio, ni sabe dar alegrías, ni tiene el ánimo dispuesto a compartirlas.

Las empresas no fallan literariamente contra mi obra, sólo dicen, con acierto ó sin él, que no es aquello lo que pide el mercado y que no deben aceptarlo, porque no tendrá buena salida y será mal negocio.

Al cabo de un rato, Rosa la arrancó a viva fuerza de allí, y volvió a sujetarla al pesebre: después se puso a ordeñar, dándose muy buena traza. Cuando hubo mediado el jarro de madera, se lo ofreció a Andrés, pero éste negose a aceptarlo galantemente si antes ella no bebía. La leche caliente y espumosa dejó en los labios de Rosa un cerco blanco a modo de bigote.

Creían hacerla un gran favor aquellos corteses bañistas cuando la invitaban a las fiestas con que entretenían los ocios de la temporada; y no podían imaginarse hasta qué extremo la molestaban poniéndola en el deber de aceptarlo todo. ¡Fiestas a ella, que venía huyendo de las que le habían envejecido el espíritu a lo mejor de la vida!

Dígale usted que, si es su gusto, no hay inconveniente en que duerma en esta casa... aunque se necesite bien poca dignidad para aceptarlo añadió bajando la voz y recalcando las sílabas. Y si quiere dinero para el viaje de vuelta, Osuna se lo proporcionará. Le doy las gracias por esta deferencia, pero me voy muy triste replicó sonriendo el P. Gil.

El Gentleman-Montaña contestó con un gesto indiferente, y Flimnap quiso aceptarlo como si fuese de aprobación. Luego suplicó á su poderoso amigo que bajase la mano lentamente hasta depositarlo en el suelo, y salió corriendo de la Galería.

Dominado por una gran emoción, el señor Aubry murmuró con voz temblorosa: Juan, hijo mío, jamás consentiré en que hagas tales sacrificios, jamás, hijo mío... pero te los agradezco; es bueno, es grande, lo que me propones con tanta sencillez; es la acción de un noble corazón. has ganado ese dinero economizando; yo no puedo aceptarlo, sería expoliarte.

No había personaje de paso en París, viajero polar ó cantante famoso que escapase sin ser exhibido en el comedor de Lacour. El hijo de Desnoyers en el que apenas se había fijado hasta entonces le inspiró una simpatía repentina. El senador era un hombre moderno, y no clasificaba la gloria ni distinguía las reputaciones. Le bastaba que un apellido sonase, para aceptarlo con entusiasmo.