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Nadie lo diría, con su cuerpecillo de paje, sus corteses maneras y su suave voz; pero ¡por mi espada! desde que nos embarcamos en Orvel hasta el sitio de París, y de esto hace ya casi veinte años, no hubo caballero inglés que diera mejor ejemplo, ni escaramuza, emboscada, asalto ó salida en que él no figurase en primera línea.

No por esto los espedientes se despachaban, al contrario, hacían volver á todos para el día siguiente, pero el público no podía enfadarse: se encontraba con unos empleados muy corteses, muy afables, que les recibían y les despedían con grandes saludos á la francesa: los empleados se ensayaban, sacudían el polvo á su francés y se lanzaban mútuamente oui monesiour, s'il bous plaît, y ¡pardon! á cada paso que era una felicidad verlos y oirlos.

La presencia del Provisor contuvo al señor Arcipreste, que, cortando la cita, añadió: ¿Parece que hemos tenido faldas por aquí, señor De Pas? Y sin esperar respuesta hizo picarescas alusiones corteses, pero un poco verdes, a la hermosura esplendorosa de la viudita.

Los banqueros se mostraron corteses y reservados, procurando cortar con su actitud grave aquel flujo de chanzonetas. El caso no era para menos. Hacía cosa de un año que Salabert les había vendido la propiedad del ferrocarril de B * a S *, ya en explotación y con todo su material.

Jacobo no lo ignoraba y había tenido ocasión de comprenderlo en sus tiempos de amistad íntima con el conde de Reus. A este, pues, Pérez Cueto, escribió Jacobo una carta en que con frases muy corteses, a la vez que apremiantes, pedíale una entrevista para tratar de un asunto de grande importancia; observaba en ella todo el ceremonial masónico y firmaba con su antiguo nombre de guerra, .

Á lo cual respondió Ratón Pérez profundamente conmovido: Dios se las á V. M. muy buenas. Y con estas corteses razones, quedaron Buby y Ratón Pérez los mejores amigos del mundo. Conocíase á la legua que era éste un ratón muy de mundo, acostumbrado á pisar alfombras y al trato social de personas distinguidas. Su conversación era variada é instructiva y su erudición pasmosa.

Las peñascas las cantan con un fuego y un retintín que desespera a las jóvenes de Sarrió y les hace enfermar de ira. Los hombres suelen ser como en todas partes, más feos que hermosos, más tontos que graciosos, más groseros que corteses, más vulgares que originales.

Verdad es que sus relaciones habían sido frías y puramente corteses; hay cierto imán que atrae a la juventud hacia la juventud, mientras que por el contrario hay cierta repulsión que aleja al joven del viejo.

Bien dicen que nuestros valientes arqueros vuelven al país no sólo ricos sino corteses, replicó la Rojana, á quien habían impresionado vivamente la franqueza, el buen humor y la generosidad de su nuevo huésped. ¡Á vuestra salud, ojos de cielo! fué la réplica del galante soldado, levantando su vaso y sonriendo á la ventera. Una cosa no veo yo muy clara, señor arquero, dijo el estudiante de Exeter.

Sin embargo, en el mundo esos personajes suelen ser muy afables y corteses, y como están acostumbrados, desde que nacen, a ser obedecidos a la menor indicación, mandan poco y sin dar gritos... , pero ¡ya ve usted! en el teatro es otra cosa. Ya me hago cargo.