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Salía muy poco, y decía a sus amigos íntimos que no se cambiaría por un Rey, ni por su tocayo Espartero, pues no había felicidad semejante a la suya.

Al primer cambio de tortilla, a la caída de Espartero, el nuevo ministerio amnistió a Rodil, devolviéndole su clase de capitán general y demás preeminencias. El marqués de Rodil no volvió desde entonces a tomar parte activa en la política española, y murió en 1861. Espartero murió en enero de 1879, de más de ochenta años de edad.

Para hablar contra el tigre del Maestrazgo, poner a don Luis Fernández de Córdova por cima de Zumalacárregui y por las nubes a Espartero, se le animaban los ojos, su lengua cobraba fuerza, sus palabras color, y hacía prodigios con la memoria.

Entre él y Espartero existió siempre antagonismo político y aun personal, habiendo llegado a extremo tal que, en 1845, siendo ministro el duque de la Victoria, hizo juzgar a Rodil en consejo de guerra y lo exoneró de sus empleos, honores, títulos y condecoraciones.

A Ulises se lo mató Lagartijo; a Héctor, Bocanegra; Mazzantini hizo papilla a Roldán; Aquiles quedó ciego de unas puñaladas que le metió Frascuelo; y un gallo de sangre mestiza y ruin, color blanco, llamado Espartero, propiedad de un ebanista, aniquiló a Carlomagno, Manfredo, Hércules y otros seis héroes desgraciados.

Pero ¿es que no sabes na de las cosas del ofisio? ¿Es que vienes de segar?... Corría en Madrid, toros de Miura, y me pones el traje rojo, el mismo que llevaba el pobre Manuel el Espartero... ¡Ni que fueras mi enemigo, so sinvergüensa! ¡Paece como que deseas mi muerte, malaje!

Es por eso que, desde que Espartero y Cabrera celebraron el famoso convenio de Vergara, que garantizó su autonomía á los navarros y vascongados, la guerra terminó por sustraccion de materia, y esos pueblos, especialmente los últimos, entraron con gusto en la via del gobierno constitucional y no han vuelto á inspirar temores de revueltas.

Borrén le alargó la petaca, y Baltasar encendió nerviosamente un pitillo. Vamos, ¿cuántos candidatos dirá usted que hay al trono? prosiguió echando leve bocanada de humo al techo . Vaya usted contando por los dedos, si la paciencia le alcanza. Espartero... uno.

No fueron ni son más progresistas que yo los generales Riego y Espartero, ni el propio Sr.

Quedaba atrás, confundiéndose con otras montañas, el famoso pico de Banderas, con su castillete abandonado que recordaba la heroica Noche Buena de Espartero, el combate de Luchana, milagro de la leyenda dorada del liberalismo, que aún vivía en todas las memorias agrandado por las fantásticas proporciones que da la tradición.