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El general don León Bravo de la Brecha y Pérez Esforzado, décimo cuarto conde de la Algarada de Lucena, primer marqués de Durobando, noble hasta la médula de los huesos, senador por derecho propio, modelo de caballeros, carácter de acero y corazón de oro, feo de rostro y hermosísimo de alma, era hombre que haciéndose querer inspiraba respeto, mas en tal grado religioso, autoritario y linajudo, en una palabra, tan montado a la antigua que parecía la viva encarnación de todos aquellos ideales que cumplida su misión en la vida, van quedando honrosamente almacenados en la historia por la inflexible mano del tiempo.

Y por último, habiendo sido mi provincia, durante dos siglos, fronteriza con el reino de Granada, ha debido tener y ha tenido para custodia y defensa de sus lugares fuertes, y para tomar el desquite de cualquier ataque, entrando en algarada por los dominios del alarbe, talando sus mieses y haciendo otras mil insolencias y diabluras, una población de hombres recios y valerosos,

Los infantes D. Pedro y D. Juan gobiernan juntos el reino: el infante D. Juan, envidioso de los lauros que ciñe D. Pedro, le propone hagan juntos una algarada por tierra de moros para que la gloria de ambos sea igual. Admite D. Pedro, pero lo que los hombres disponen suele desbaratarlo el cielo.

Y bien, Magdalena preguntó la de Ribert para evitar a San Pablo una nueva algarada; ¿qué tiene usted que reprochar al matrimonio, hija mía? El marido respondí con sincera convicción. ¡El marido! exclamó la de Ribert riendo, con gran contento de Genoveva, que gozaba deliciosamente de la alegría de su madre. ¡El marido!... Qué gran verdad...

¡Toma de mis alhajas el tesoro Leila le interrumpió; gente esforzada á sueldo toma, derramando el oro; haz que brille en la lid el nombre moro, corre la tierra infiel en algarada! ¡Tus joyas no, porque en el logro fies exclamó Ataide de mi noble empresa, me bastan de la sierra los monfíes, feroces cual los fuertes jabalíes que se abren paso entre la jara espesa!

En ella sale únicamente la imagen de María Santísima de la Soledad, que es como el paladión de la villa y que se custodia y venera en el templo más antiguo que existe allí, al otro extremo de la nueva parroquia, en la cumbre del cerro que domina la población, en la Acrópolis, como si dijéramos, y al lado del abandonado castillo del duque, desde donde este salía con su mesnada a combatir a los moros fronterizos y a entrar en algarada por las tierras granadinas.

Con gran sorpresa del autor, y habiéndole proporcionado, si cabe, mayor divertimiento que sorpresa, ha llegado á sus noticias que el bosquejo que sirve de introducción á LA LETRA ESCARLATA, relativo á la vida oficial de los empleados de la Aduana de Salem, ha sido causa de no poca algarada y agitación en la respetable comunidad donde vive.

Ahora, al amparo de esa sombra de Rey, bailan sobre nuestras costillas; pero los papeles se truecan, .... Figúrese usted que el bravo D. Carlos partió hacia Navarra para conferenciar con Santos Ladrón y otros valientes capitanes, la buena gente, la gente sana, la gente de Dios. Pues bien, hubo una algarada de voluntarios realistas en Viana, por impaciencias tontas y celo mal entendido.

Cuando le llamaban bruto con acento de admiración, sonreía orgulloso de su raza. Bruto, : como lo habían sido sus mejores abuelos: como lo fueron siempre los caballeros de Jerez, espejo de la nobleza andaluza, arrogantes jinetes formados en dos siglos de batalla diaria y continua algarada en tierras de moros, pues por algo Jerez se llamaba de la Frontera.

Elena, muy confusa por haber ocasionado tal algarada, me echó una mirada cuya angustia comprendí en seguida, y me propuse ser el mensajero de su caridad. Lacante dijo entonces que permitía a Elena volver, acompañada por ... ¡Y por ! se apresuró a decir Luciana.