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Acudió el capitán a abrazar a su hermano, y él le puso ambas manos en los pechos por mirarle algo más apartado; mas, cuando le acabó de conocer, le abrazó tan estrechamente, derramando tan tiernas lágrimas de contento,que los más de los que presentes estaban le hubieron de acompañar en ellas.

Derramando lágrimas heladas de anciana, empezó a contar prolijamente de qué manera en la familia amaban a su hijo Sacha y el terrible golpe que había sido para ellos su enfermedad inesperada. No había habido nunca locos en la familia, ni aun en las generaciones precedentes. El propio Sacha había sido siempre un joven sano, aunque un poco desconfiado. La anciana insistía en este punto.

Esta idea de su permanencia transitoria en la tierra, dió el último toque al efecto que el predicador había producido; diríase que un ángel, en su paso por el firmamento, había sacudido un instante sus luminosas alas sobre el pueblo, produciendo al mismo tiempo sombra y esplendor, y derramando una lluvia de verdades sobre el auditorio. De este modo llegó para el Reverendo Sr.

El día era apacible: luz vivísima acentuaba el verde chillón de las acelgas y el morado de las lombardas, derramando por todo el paisaje notas de alegría. Anduvo y se paró varias veces la anciana, mirando las huertas que recreaban sus ojos y su espíritu, y los cerros áridos, y nada vio que se pareciese a la estampa de un moro ciego tomando el sol.

Soltadas las traíllas, los perros alcanzaron a la res y consiguieron pararla, a corta distancia, mientras los monteros buscaban vanamente un boquete en el vallado. Entretanto, a cada navajada del puerco, aculado contra un árbol, rodaba un can por el suelo, derramando las tripas. La lucha se hacía cada vez más feroz.

-Con ese conjuro -respondió la dueña-, no puedo dejar de responder a lo que se me pregunta con toda verdad. ¿Vee vuesa merced, señor don Quijote, la hermosura de mi señora la duquesa, aquella tez de rostro, que no parece sino de una espada acicalada y tersa, aquellas dos mejillas de leche y de carmín, que en la una tiene el sol y en la otra la luna, y aquella gallardía con que va pisando y aun despreciando el suelo, que no parece sino que va derramando salud donde pasa?

¡No me convencerás, Gabriel! gritó con energía Esteban . ¡No quiero...!, ¡no quiero! Lo repito: es una cobardía lo que haces. Ya que el honor pesa tanto en ti, ese honor anticuado y cruel que arregla los conflictos de la vida derramando sangre, ¿por qué no buscaste al que te robó la hija?, ¿por qué no le mataste, como un padre de comedia antigua?

5 Y ya sabes lo que me ha hecho Joab hijo de Sarvia, lo que hizo a dos generales del ejército de Israel, a Abner hijo de Ner, y a Amasa hijo de Jeter, los cuales él mató, derramando en paz la sangre de guerra, y poniendo la sangre de guerra en su talabarte que tenía sobre sus lomos, y en sus zapatos que tenía en sus pies.

El enamorado Sultán, por su parte, realizaba en los alcázares de la Alhambra y en los verjeles del Generalife todas las ficciones y sueños de las mil y una noches, derramando riquezas y tesoros, para que aquellas encantadas estancias fuesen aún más dignas de recibir y hospedar a la sin par Híala.

Fingiendo ocuparse de la buena marcha del servicio, evolucionó Elena entre aquellos tres hombres que la seguían ávidamente con los ojos, mientras vacilaban las tazas en sus manos, derramando á veces su contenido sobre los platillos. Los tres admiradores intentaron repetidas veces conversar con ella; pero era tan hábil para repelerlos dulcemente, que acababan por dialogar con su marido.