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Tambien los adjetivos preceden á los substantivos, sin mudar sus terminaciones en caso, ni en número, como cúme, bueno: cúme huenthu, un buen hombre ú hombre de bien, cúne-huentuengni, buenos hombres ú hombres de bien. Y así lo demas. Singular. Plural.

Con las observaciones que preceden se deshacen todas las dificultades. Esta cuestion se halla resuelta con lo dicho sobre la idea del ente. No es un tipo preexistente á toda sensacion y á todo acto intelectual; es una percepcion de ser y no ser que acompaña á todos nuestros actos, pero que no se nos presenta separada hasta que la reflexion elimina de ella, todo lo que no le pertenece.

Enriqueta al pronunciar aquellas palabras se quedó callada, vagando su mirada por el Océano en cuyo majestuoso desierto quizá evocaría su querida memoria. Hay silencios que deben respetarse. Enriqueta por largo tiempo no separó sus negrísimas pupilas de las azules ondas, cuya movible superficie retrataba las cenicientas nubes que preceden á la noche. Esta bien pronto nos envolvió con sus sombras.

Ruego encarecidamente al lector que fije la atencion sobre las divisiones que preceden, y procure retenerlas en la memoria; pues ademas de facilitarle la inteligencia de lo que voy á decir, le servirá muchísimo para proceder con método en todos sus pensamientos. Ideas de posibilidad é imposibilidad. Sus clasificaciones. Posibilidad.

Para resolver las dificultades que preceden, es necesario fijar las ideas. Si digo que una superficie no es un triángulo, puedo referir el predicado ó á la especie del triángulo en general, ó á un triángulo individual; en el primer caso negaré que la figura sea triangular; en el segundo negaré que la figura sea otro triángulo dado.

Joaquín siguió algunos minutos hablando de aquellas bromas y se despidió. ¡Pobre diablo! dijo Mesía. Es pesado como un plomo. Callaron. Vegallana miraba de soslayo a su amigo de vez en cuando. Don Álvaro iba pensativo. Aquel silencio era de esos que preceden a confidencias interesantes de dos amigos íntimos.

Dirá usted acaso que en sus sonetos hay algo parecido á la moral de la fábula de la hechicera Arleta; que de ello dan prueba las cuatro últimas palabras del último soneto ¡Que tétrica es la vida! Pero yo, en honor de la verdad, no descubro dicho sentimiento en usted, y si le descubro, es expresado débilmente y como ahogado en los pormenores que preceden á las dichas cuatro palabras.

No mucho después aparecieron La Circe, poema mitológico en tres cantos, y en 1624 Los Triunfos divinos, tomando por modelo la obra del Petrarca de igual título, aunque proponiéndose exclusivamente ensalzar objetos religiosos. Preceden á esta última composición literaria de Lope dos sonetos buenos de sus hijos, Lope Félix y Feliciana Félix de Vega.

El que haya leído las páginas que preceden, creerá que es mi ánimo trazar un cuadro apasionado de los actos de barbarie que han deshonrado el nombre de don Juan Manuel Rosas. Que se tranquilicen los que abriguen ese temor. Aún no se ha formado la última página de esta biografía inmoral; aún no está llena la medida; los días de su héroe no han sido contados aún.

Viendo en Félix un muchacho cortés sin afectación, galante sin lisonja, discreto sin esfuerzo, que sabía hablar de cosas serias sin hacerse enojoso, ser franco sin parecer hipócrita, y comparándole involuntariamente con los demás que la cortejaban, resultó de aquel paralelo que la muchacha llegó a preferirle cuando ya en su alma, sin que ella lo advirtiera, penetraron las sensaciones que al amor preceden, al modo que en una habitación cerrada se deslizan las primeras claridades del día.