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Actualizado: 17 de julio de 2025
Una crisis de tres o cuatro días no compensa el esfuerzo necesario para arrancar del banco azul a estos ministros que parecen lapas. Se inicia un cambio en la política española. Hasta hace muy pocos días, el político solía ser, entre nosotros, un hombre de la provincia de Pontevedra, amigo personal del marqués de Riestra y padre de una numerosa familia.
La suya se había muerto de un segundo ataque de epilepsia al pasar por Oviedo de regreso de Candás. Fué un capitán del batallón de Pontevedra el autor de aquel fiero desaguisado. Festejó rendido á D.ª Beatriz mientras estuvo de guarnición en Oviedo; ganó también el favor de su madre D.ª Leonor, viuda de Moscoso, y de D.ª Rafaela su hermana.
Es un instrumento prehistórico, cuya imagen exacta se encuentra en algunas tumbas etruscas y creo que en ciertas monedas celtíberas. Don Casto Sampedro, un distinguido arqueólogo que se pasa la vida recogiendo curiosidades celtas y romanas para el museo de Pontevedra, debiera llevarse allí un arado y, con poco esfuerzo, dotaría así de una antigüedad indiscutible a la simpática institución.
En cuanto a los vigueses, yo temo que su bahía sea superior a su ambición. Con una ambición digna de una bahía tan hermosa, los vigueses debieran considerar a Pontevedra como un barrio del Vigo futuro. ¡El barrio aristocrático, el barrio oficial a unos veinte kilómetros y pico del barrio mercantil!
El barrio de los notarios viejos, como aquel excelente y parroquial señor García, que, después de comprarle algunas biblias a Borrow, le dijo: Si alguna vez tiene usted ocasión de hablar de mí en letras de imprenta, no deje usted de hacerlo. Ya sabe mi nombre y mis títulos: Señor García, notario público de Pontevedra...
Si, en efecto, la mayoría de mis paisanos residentes en Madrid no fuesen ministros o ex ministros, ¿cómo se las arreglarían para pagar al casero? ¿Es que el Sr. García Prieto, por ejemplo, podría sostenerse en la corte escribiendo artículos para El Sol? Pero ahora, para llegar a ministro, ya no basta haber nacido en la provincia de Pontevedra, y comienza a hacerse indispensable el ser catalán.
Esos tíos de Vigo exclamaba dicen que su ciudad es mejor que la nuestra y que debiera convertírsela en capital de la provincia. ¿Ha oído usted alguna vez una locura semejante? ¿Se le hubiese ocurrido a usted nunca comparar a Vigo con Pontevedra? Yo no sé replicó el inglés . Yo nunca estuve en Vigo; pero he oído decir que la bahía de Vigo es la mejor del mundo. ¡La bahía! refunfuñaba el Sr.
Todo el mundo conoce la fecundidad de la provincia de Pontevedra, que es una de las más pobladas, si no la más poblada, de España. Esta fecundidad suele atribuírsele a los mariscos, y si la explicación es exacta, los mariscos vienen a ser, en fin de cuentas, los verdaderos responsables del nepotismo español. ¡El nepotismo español o las ostras, los cangrejos y los percebes de las rías bajas!...
Emilita, confusa y avergonzada, con las mejillas convertidas en dos brasas, se acercó vacilante al heroico capitán de Pontevedra, fértil en toda clase de astucias, y le rozó con el carmín de los labios la tierra amarillenta de sus mejillas.
Durante un par de años estuvo rodando por los ferrocarriles con sus cajas de muestras. De Barcelona hasta Huelva, y desde Pontevedra a Almería no le quedó rincón que no visitase, deteniéndose en Madrid todo el tiempo que podía.
Palabra del Dia
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