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Yo había oído decir que en algunos puntos de Escocia y de Irlanda comen esas algas que se llaman laminarias, y era tal nuestra hambre, que intentamos tragarlas; pero fue imposible. Allen encontró unas lapas y nos llamó. Fuimos arrancándolas con la punta de la lima, y esto nos sirvió de comida para todo el día. Decidimos encallar el bote y pasar la noche en tierra.

Abunda la ribera de lapas, y de una especie de conchas redondas, que por su delicadez prefieren á las primeras: ademas de este socorro se encuentran en los matorrales una frutilla encarnada. Es preciso tener gran cuidado con las corrientes, que son muy vivas, y las mareas suelen subir y bajar hasta doce horas.

En la marea baja, entre las rocas cubiertas de líquenes, solían verse charcos tranquilos, olvidados al retirarse el mar. Muchas horas he pasado yo mirando estos aguazales. ¡Con qué interésCon qué entusiasmo! Bajo el agua transparente se veía la roca carcomida, llena de agujeros, cubierta de lapas.

Aquí todos me desprecian, me tienen en la misma estimación que a un perro inútil, viejo y desdentado... y todo porque soy de carácter suave y desprecio los bienes puramente materiales, el oro vil, y sobre todo la industria y el comercio.... No negociar, no intrigar, no producirme en sociedad... luego soy un bicho, ¡absurdo!, yo comprendo, yo siento... yo que aquí dentro hay algo.... Pues bien, vosotros, artistas, a quien también tienen en poco estos mercachifles sedentarios, estas lapas, estas ostras de provincia, me comprendéis, me toleráis, me agasajáis, me aplaudís, admitís mi compañía y....

Una crisis de tres o cuatro días no compensa el esfuerzo necesario para arrancar del banco azul a estos ministros que parecen lapas. Se inicia un cambio en la política española. Hasta hace muy pocos días, el político solía ser, entre nosotros, un hombre de la provincia de Pontevedra, amigo personal del marqués de Riestra y padre de una numerosa familia.

Desenganchamos el ancla, por si la cuerda nos podía servir, y descansamos. Estábamos sobre una cornisa de piedra carcomida, llena de agujeros y de lapas, que corría en pendiente suave hacia el interior de la cueva. Unos pasos más adentro, en su borde, habia un tronco de árbol, lo que me dió la impresión de que esta cornisa era un camino que llevaba a alguna parte.