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Pontevedra es la Administración, y Vigo es la Geografía. Si Vigo llegase a ser un día el centro de comunicaciones más importante entre Europa y América, yo no creo que el pueblo pontevedrés perdiese nada con ello. La bahía de Vigo vendría a ser entonces, sencillamente, una bahía de Pontevedra. Algo así como su propia bahía de usted, querido Sr. García.

Los hombres, con sus anchos sombreros empolvados, los gemelos pendientes de un hombro y empuñando todavía el bastón de paseo, hablaban solemnemente de su viaje. Para muchos, era el primer suelo que habían pisado después de su salida de Hamburgo o de París. El buque se había detenido muy poco en Vigo y en Lisboa. Comentaban a coro el atraso y la pereza de aquella tierra.

Redujeron sus gastos a lo menos posible, y trabajaban del día a la noche, cosiendo, confeccionando pastas y conservas, y haciendo flores artificiales. En cierta época torcieron cigarrillos para «El Puerto de Vigo». Pero el mejor día enfermó tía Carmen. Una enfermedad, muy común en Villaverde a la entrada del verano, la postró en el lecho. Pasó la disentería, pero la pobre anciana quedó achacosa.

Doctrine et traitement des maladies croniques. Paris, 1846, t. II, p. 198 y siguientes. Segunda edicion revista, aumentada con un Compendio de Legislacion sanitaria, y adornada con dos láminas finas, que son los planos de los lazaretos de Mahon y de Vigo. Madrid, 1862. 3 tomos en 8.º, que juntos constan de 1730 páginas. Precio: 60 rs. en Madrid y 72 en provincias, franco de porte.

El viaje entre Madrid y Galicia no se debe hacer más que con un ideal muy grande. Cuando yo venía hacia acá, me encontré en el tren con mi compañero Domínguez Rodiño, quien se proponía tomar en Vigo un vapor hasta Ámsterdam para entrar luego en Alemania y ver si desde allí podía trasladarse a Moscou. Es un viaje penoso me decía Rodiño. ¡Bah! le contestaba yo . La dificultad está en llegar a Vigo.

En suma, yo no quiero decir más sino que la novela Quo vadis? se lee con gusto o con provecho, como dice el Sr. Cuervo que sólo se leen en América cuatro o cinco de nuestros autores. Nueva edición de «LA CELESTINA» El señor D. Eugenio Krapf, alemán de nación y fundador y dueño en Vigo de un establecimiento tipográfico, ha impreso y publicado la tragicomedia Celestina.

Un día este inglés llegó a Pontevedra con una carta de recomendación para el Sr. García, notario de la ciudad. El señor García resultó ser un patriota entusiasta, pero en un sentido puramente local, según cuenta el inglés. Su patria era Pontevedra, y el extranjero, Vigo.

Esos tíos de Vigo exclamaba dicen que su ciudad es mejor que la nuestra y que debiera convertírsela en capital de la provincia. ¿Ha oído usted alguna vez una locura semejante? ¿Se le hubiese ocurrido a usted nunca comparar a Vigo con Pontevedra? Yo no replicó el inglés . Yo nunca estuve en Vigo; pero he oído decir que la bahía de Vigo es la mejor del mundo. ¡La bahía! refunfuñaba el Sr.

Lo había leído hace tiempo, y creía que el Sr. García, ya no muy joven a comienzos del siglo pasado, yacería ahora bajo su amada tierra pontevedresa, quizás alimentando con sus despojos algún castaño o algún cerezo. Pero España es el país donde no se muere nunca completamente. Al llegar a Pontevedra uno se encuentra en seguida con el Sr. García, que comienza a hablarle mal de Vigo.

Al llegar a Vigo me miraba al espejo y me costaba gran trabajo reconocerme como un individuo perteneciente, en relación más o menos directa, a la gran familia aria. ¡Que un hombre del tronco indogermánico llegue a verse así! exclamaba para mis adentros.